Por Yorik R. Piña
La Vinculación Positiva Dirigida transforma la relación terapéutica en un acto educativo y moral: el profesional no solo interpreta, sino que enseña a vincularse, a responsabilizarse y a vivir con propósito.Nivel: filosófico-epistemológico (la visión del mundo).
Es el marco general de pensamiento que orienta la forma en que entendemos la realidad, el ser humano y el conocimiento. Su función es definir qué se considera “verdadero”, “válido” o “eficaz” dentro de una disciplina.
Ejemplo: el paradigma conductista ve la conducta como respuesta a estímulos; el paradigma humanista entiende al ser humano como un ser libre y autorrealizable.
La Vinculación Positiva Dirigida (VPD) es un paradigma, porque redefine la relación terapéutica y educativa desde una nueva visión del ser humano basada en vínculo, afecto estructurado y propósito reeducativo
Nivel: teórico-conceptual (la perspectiva dentro del paradigma). Es la manera específica de aplicar un paradigma a un campo determinado o a un problema concreto.
Función: organiza los conceptos y principios que guían la intervención. Ejemplo: dentro del paradigma humanista existen enfoques como el centrado en la persona (Rogers) o el gestáltico (Perls).
En la Terapia Paternal es un enfoque clínico-educativo derivado del paradigma VPD, porque operacionaliza esa visión relacional en procedimientos concretos de intervención.
Nivel: técnico-operativo (la práctica). Es el conjunto de pasos, técnicas o procedimientos usados para aplicar un enfoque o validar un paradigma.
Indica cómo se ejecuta la intervención o la investigación. Ejemplo: entrevistas clínicas, observación, registros conductuales, sesiones grupales, bitácoras, etc.
Los métodos monitoriales, terapéuticos o pedagógicos son las estrategias concretas que aplican los principios del enfoque de Terapia Paternal dentro del paradigma VPD
Resumen comparativo
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Nivel |
Concepto |
Pregunta que responde |
Ejemplo |
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Paradigma |
Visión general del ser humano y del conocimiento |
¿Desde qué concepción entiendo la realidad? |
Vinculación Positiva Dirigida (VPD) |
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Enfoque |
Orientación teórica dentro del paradigma |
¿Desde qué perspectiva aplico esa visión? |
Terapia Paternal |
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Método |
Conjunto de procedimientos para aplicar el enfoque |
¿Cómo lo llevo a la práctica? |
Sistema Monitorial, PROCRECER, sesiones terapéuticas, bitácoras, etc. |
La Vinculación Positiva Dirigida
transforma la relación terapéutica en un acto educativo y moral: el profesional
no solo interpreta, sino que enseña a vincularse, a responsabilizarse y a vivir
con propósito.
Durante más de cinco décadas de
observación y práctica educativa con adolescentes en distintos entornos,sobre todo en el colegio Experimental Fernando Arturo De Meriño, de Barahona y Colegio Experimental De Moniotores en el Distrito Nacional (escuelas, comunidades y centros de corrección), surgió de manera empírica un
enfoque que hoy se puede denominar “Vinculación Positiva Dirigida (VPD)”.
La VPD nace
como un proceso emergente dentro de la Terapia Paternal, un modelo que combina
disciplina, acompañamiento y ternura, y que ha mostrado ser una herramienta
poderosa de transformación psicosocial.
El Paradigma de Vinculación Positiva Dirigida (VPD) es un marco conceptual emergente en psicología que orienta la forma de interpretar y transformar los eventos de la realidad humana desde una perspectiva afectiva, preventiva y formativa.
Este paradigma integra supuestos
teóricos y prácticos que enfatizan la validación del individuo antes de la
corrección, la positividad intencional y no ingenua, la síntesis de afecto con
firmeza y la centralidad de la dimensión relacional.
En este sentido, el VPD no solo constituye un método de interpretación de la conducta y los procesos emocionales, sino también un modelo de intervención práctica que, aplicado en contextos clínicos, educativos y penitenciarios, busca prevenir riesgos, favorecer el desarrollo socioemocional y promover la reinserción social.
Este paradigma plantea que el cambio conductual y el crecimiento personal se logran más eficazmente cuando el adulto significativo valida primero lo positivo del adolescente y dirige luego la corrección hacia la mejora, en un marco de afecto, respeto y firmeza.
La VPD nace como un proceso emergente dentro de la Terapia Paternal, un modelo que combina disciplina, acompañamiento y ternura, y que ha mostrado ser una herramienta poderosa de transformación psicosocial. Ostenta un vínculo de tipo afectivo-protector, distinto tanto de la autoridad autoritaria como de la simple simpatía emocional.
Se trata de una relación estructurada, que integra afecto y firmeza,
y que busca instalar en el joven una figura paternal simbólica, capaz de
ofrecer seguridad, validación y dirección.
Es protector y afirmativo porque vínculo asegura al joven que hay alguien que cuida de él, lo valida antes de corregirlo y lo conduce con una mezcla de comprensión y exigencia.
Es Relacional y directivo. No es un vínculo neutro ni distante: tiene dirección pedagógica y terapéutica (Vinculación Positiva Dirigida), orientada a moldear conductas y fortalecer valores. Es simbólico-sustitutivo, no reemplazante, no sustituye al padre biológico, sino que modela la función que este debería cumplir: seguridad, límites claros y amor incondicional.
La Terapia Paternal ostenta un vínculo paternal simbólico, afectivo y protector, con dirección pedagógica y terapéutica, que busca reparar carencias, modelar nuevas conductas y fortalecer la identidad del joven.
La vinculación en la Terapia Paternal se considera positiva por varias razones fundamentales que provienen de su naturaleza afectiva, protectora y dirigida. Se centra en validar lo positivo que el joven ya tiene o manifiesta, antes de señalar sus errores. Esto crea un ambiente de aceptación y confianza, donde la corrección no se percibe como rechazo, sino como una oportunidad de mejora. Disminuye resistencias y confrontaciones al estar sustentada en el afecto y la firmeza integrados.
De esta manera el joven no percibe al conductor como un enemigo que
lo juzga, sino como una figura que lo acompaña y protege. Esto reduce las
barreras emocionales y facilita la apertura a cambios de conducta. Genera
motivación interna al percibir: “valgo y puedo mejorar”, en lugar de reforzar
etiquetas negativas. Ese reconocimiento positivo tiene un efecto motivador y
reparador, que impulsa el esfuerzo personal y la resiliencia.
Dirección en la Terapia Paternal:
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