sábado, 23 de septiembre de 2023

Terapia Paternal (3 de 4)

 III

La terapia paternal se considera, especialmente, efectiva para adolescentes con el trastorno de la conducta o disocial y jóvenes con trastorno antisocial de personalidad (psicopatía), así como muchos otros de los más de treinta, registrados en el "manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales" (DSM).

Se ha observado que, tanto los niños como los adolescentes y jóvenes, cuando se sienten protegidos, responden de manera positiva a diferentes técnicas de modificación de conducta. Para garantizar el éxito de la terapia, se resalta la importancia de ofrecer a los niños y jóvenes un cuidado integral que incluya educación, salud, recreación adecuada, valores y el sentimiento de ser amados.

Se destaca que el amor se desarrolla a lo largo de la formación. Solo los adultos son capaces de amar, mientras que los niños y adolescentes necesitan protección y satisfacción de sus necesidades. Así tratados, experimentan un gozo que, poco a poco, se convierte en afecto de amor, al llegar a la edad adulta.

La implementación de la terapia paternal puede contribuir a formar individuos sanos, seguros de sí mismos, capaces de relacionarse de manera asertiva, empática y de amar a los demás. Su aplicación adecuada en instituciones y programas formativos puede tener un impacto positivo en el bienestar de los jóvenes y en el desarrollo de la sociedad en general.

Educar y reeducar
Se educa, desde la niñez, a través de las tres agencias de formación del niño: el hogar, la escuela y el entorno, en todas sus variables (vecindario, clubes, iglesias, instituciones, hidrografía, orografía, tradiciones, estatus económico, grado académico, cosmovisión religiosa y sexual, estructura familiar, políticas de Estado, clima, hacinamiento, etc.).

Se reeduca a quienes, por una razón u otra, las agencias formativas que se ocuparon de esa tarea, lo hicieron de una manera inadecuada por lo que, la persona víctima de esa formación incorrecta en el hogar, podría sufrir las consecuencias, quizás para toda la vida. En otras palabras, se educa a quien nunca ha recibido formación (desde la infancia y la niñez). Se reeduca a quien la ha recibido inadecuadamente.

Ignorancia o mala formación académica
Una de las razones más frecuentes por la que la formación de los niños y adolescentes es inadecuada, es la mala formación de los padres y maestros. Nadie puede dar lo que no tiene. La mayor responsabilidad es de la escuela. El personal docente recibe adiestramiento en las universidades, los padres no.

Los hogares disfuncionales, maestros sin vocación o mal pagados, son el escenario ideal para una formación inadecuada de niños, niñas, adolescentes y jóvenes. La mayoría de los padres y madres, en los hogares disfuncionales, no han tenido la oportunidad de acceder al conocimiento de los métodos adecuados para educar a sus hijos. En muchos casos aquellos, (los padres), recibieron abusos o malos tratos, no por ignorancia, sino por conflictos no resueltos de sus padres y maestros.

Ausencia del padre
Otra razón, mucho más grave, es la ausencia de los padres en el hogar. El autor de esta obra está aplicando este programa a decenas de adolescentes y jóvenes. En la mayoría de los casos, la ausencia del padre es la norma. Once de los inscritos en el programa, nunca han delinquido ni han consumido drogas. Son jóvenes sanos y, muchos de ellos, estudiantes ejemplares; pero no tienen dirección paternal. No tienen dirección, normas del hogar a seguir. Esto los hace potenciales problemas para la sociedad. 

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