Por Yorik R. Piña
Yorik R. Piña |
Estamos motivados, aunque no oiga una sola palabra de aliento. Reeducar estos jóvenes y sacarlos del fango de las drogas y la delincuencia es una prioridad en mi vida. Si dejo de hacer esto. (Lo hago desde 1964), no le sentiría sabor a la vida.
Descubrí hace mucho tiempo que lo sé hacer y mi estima se hincha cuando uno de estos jóvenes es reeducado. En 10 años van 47 de ellos que ya han salido del mundo de las drogas y la delincuencia y no ha habido el primer caso de reincidencia. El programa es ambulatorio y tiene una duración de 5 años.
Estoy consciente de que esta es una labor del Estado Dominicano, pero no me voy a quedar de brazos cruzados porque no es mi responsabilidad y sé que no lo es.
Uno de los valores que está inserto en mi personalidad es la empatía (ponerse en los zapatos del otro) y me duele el dolor de esos jóvenes que no saben que les duele.
Uno de los valores que está inserto en mi personalidad es la empatía (ponerse en los zapatos del otro) y me duele el dolor de esos jóvenes que no saben que les duele.
No sienten el dolor porque creen que es lo normal. Nunca han vivido de otra manera, sino en el sufrimiento que provoca la pobreza, la falta de uno de los padres en el hogar, los abusos físicos y psicológicos que sufren a diario, la ausencia de la escuela, la exclusión social que le impide acceder al sistema de salud, al alimento, al deporte, a la recreación sana. A veces, son discriminados por el color de piel. NO HAN VIVIDO COMO SERES HUMANOS. Están, socialmente, excluidos.
A los jóvenes que finalizan el programa de reeducación, se les otorga un certificado de adulto.
La madurez es un proceso al través del cual se consiguen las herramientas para manejarse, adecuadamente, en la vida y lograr la libertad plena, que es igual a independencia plena, que es igual a felicidad plena.
De esta manera, los ex traviesos dejan de atracar y consumir drogas e inician una vida con empatía y asertividad, los valores que les ayudarán a vivir adecuadamente en sociedad.
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Reeducar es más costoso que la prevención del delito y las drogas. Es un deber del Estado. No hay políticas serias para combatir la delincuencia. Estamos conscientes que este esfuerzo no resuelve el problema; pero nos da satisfacción de hacer lo que tenemos que hacer.
Si deseas contribuir para que más adolescentes y jóvenes sean atendidos en este programa pulsa aquí
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Reeducar es más costoso que la prevención del delito y las drogas. Es un deber del Estado. No hay políticas serias para combatir la delincuencia. Estamos conscientes que este esfuerzo no resuelve el problema; pero nos da satisfacción de hacer lo que tenemos que hacer.
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