Por Yorik R,. Piña
La impotencia que sienten los ciudadanos frente a situaciones que escapan a su control es una realidad palpable en cualquier comunidad. Por ello, es fundamental ofrecer soluciones viables cuando surgen conflictos sociales, los cuales son inevitables y recurrentes.
Se presentarán posibles soluciones a los problemas del sistema penitenciario, enfocadas en lograr que cada infractor de la ley comprenda y asuma las consecuencias de sus actos. El objetivo central de la privación de libertad debe ser proteger a la sociedad y facilitar la reinserción social, asegurando que el castigo sea únicamente la pérdida de libertad, sin recurrir a sufrimientos adicionales.
Aquellos que se han desviado de las normas sociales
necesitan un proceso de transformación. Este debe ser el propósito primordial
de su encarcelamiento: prepararlos para reintegrarse a la sociedad,
habilitándolos para contribuir al progreso, como lo hacen los ciudadanos
responsables al cumplir con sus deberes fiscales, asegurando así mejores
condiciones de vida para todos.
Castigar a los infractores más allá de la privación
de libertad no solo es injusto, sino que también puede acentuar un ciclo de
rencor y odio, llevando a futuras conductas delictivas más graves. Es crucial
que el Estado no solo asuma la carga de mantener a estos individuos, sino que
también trabaje en su rehabilitación, convirtiéndolos en miembros productivos
de la sociedad.
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En la antigua Roma |
No debe haber más rechazo ni dolor. La única
sanción debería ser la privación de libertad, acompañada de un compromiso firme
con su tratamiento y reinserción social. Esto permitirá que los internos tomen
conciencia del daño causado y experimenten un arrepentimiento genuino, y que,
al salir, reanuden sus vidas armados con las herramientas de la asertividad y
la empatía.
Desde 1921, la legislación argentina ha tenido como
objetivo que los internos comprendan la gravedad de sus delitos y reúnan las
herramientas necesarias para su reintegración social. Una motivación reciente
para este cambio se observó en el encuentro de la Comisión de Salud Mental de
la Oficina Nacional de Apoyo a la Reforma Penitenciaria (ONAPREP), celebrado en
diciembre de 2024, donde más de 80 participantes discutieron la importancia de
optimizar las políticas penitenciarias.
Es esencial reclutar más profesionales y fomentar
asociaciones con el sector privado para mejorar el tratamiento de los internos.
La realidad es preocupante: un psicólogo en República Dominicana tiene que
atender a 490 internos, una carga insostenible que conduce al fracaso de la
reinserción. Se sugiere que, idealmente, un psicólogo se encargue de cada 25
internos para asegurar un contacto regular y eficiente.
Además, se deben establecer "Centros de
Formación en Valores" en regiones estratégicas para los jóvenes que han
perdido el control en sus hogares y escuelas. Esto ayuda a prevenir que se
conviertan en infractores en el futuro.
La penitenciaría ideal debe ser un lugar formativo,
donde el enfoque no solo esté en castigar, sino en rehabilitar. Esto incluye
propuestas como:
- Crear
centros de formación en valores para jóvenes en riesgo.
- Exigir que las parejas que deseen casarse
reciban formación en crianza adecuada.
- Imponer sanciones a padres que abandonen a sus
hijos.
- Desarrollar una ley que obligue a pruebas de paternidad y que regule el tiempo de contacto de los padres con sus hijos.
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n ese ambiente se consigue en Noruega la reinserción social de los privados de libertad. |
También es necesario prestar especial atención a
los problemas de salud mental. Según estadísticas, un alto porcentaje de los
internos padecen trastornos psiquiátricos. Es vital que la atención médica en
los centros penitenciarios esté en manos de profesionales capacitados, y se
deben establecer unidades de evaluación para monitorear tanto a internos como a
personal.
Finalmente, solidificar el compromiso del Estado
con la rehabilitación integral es crucial. Solo a través de esfuerzos
concertados podremos transformar el sistema penitenciario en un verdadero agente
de cambio social.