viernes, 21 de noviembre de 2025

La adolescencia como etapa de impulso y arrojo

La adolescencia constituye una etapa caracterizada por un marcado impulso hacia la acción y una tendencia al arrojo. De acuerdo con Erik H. Erikson (1968), se trata de la fase del desarrollo psicosocial en la que predomina la búsqueda de identidad frente a la confusión de roles, lo que predispone al adolescente a definirse a partir de causas o ideales que le otorguen sentido y pertenencia. 

En este contexto, las figuras significativas, protectores, líderes, docentes o referentes admirados, ejercen una influencia determinante en la construcción del Yo. Cuando estas figuras motivan al adolescente a comprometerse con una causa, sea esta prosocial o antisocial, el joven suele hacerlo con gran entusiasmo y entrega, a menudo sin un análisis crítico de las consecuencias. Este patrón responde a factores neurobiológicos y psicosociales. 

En el ámbito latinoamericano, diversos autores han señalado que este ímpetu adolescente puede ser canalizado tanto hacia la construcción de ciudadanía como hacia conductas de riesgo, dependiendo de la calidad del entorno relacional. González Rey (2009) subraya la importancia del reconocimiento afectivo en la configuración de la identidad (como en la terapia Paternal), mientras que Krauskopf (1999) advierte que la ausencia de referentes protectores favorece la adhesión acrítica a modelos negativos. (El fundamento de la terapia paternal es la protección)

 De este modo, la disposición adolescente a actuar con vehemencia frente a causas externas puede entenderse como la confluencia de tres dimensiones: (1) la necesidad psicosocial de identidad y validación, (2) la influencia modeladora de referentes significativos y (3) la asincronía en la maduración entre los sistemas emocionales y ejecutivos del cerebro. (Como en la terapia pateranl)

 Este marco explicativo resulta esencial para comprender por qué la adolescencia constituye un período de especial vulnerabilidad frente a la adopción de conductas de riesgo. La misma energía que impulsa al joven a comprometerse con causas nobles y constructivas puede, en ausencia de orientación adecuada, derivar en la adhesión a modelos negativos que facilitan trayectorias delictivas o comportamientos socialmente desadaptativos.

En este sentido, la prevención del delito no debe entenderse únicamente como la represión de actos ilícitos consumados, sino como la anticipación de aquellos procesos psicosociales que predisponen al adolescente a conductas inadecuadas. Evitar el desarrollo de pautas desadaptativas requiere reconocer la importancia de la identidad en construcción, fortalecer la presencia de figuras protectoras y crear entornos de acompañamiento que canalicen de forma positiva la búsqueda de pertenencia y validación. 

La corteza prefrontal, responsable de la autorregulación, el juicio y la planificación, aún se encuentra en maduración durante la adolescencia, mientras que el sistema límbico donde se procesan las emociones, motivaciones, memoria emocional y conducta dirigida; así como los circuitos dopaminérgicos, vinculados a la recompensa y la motivación, presentan una hiperactivación relativa. (Casey, Jones & Hare, 2008; Steinberg, 2005).

Es de gran dificultad para una sociedad cuando ni el Estado ni la sociedad en general, son capaces de presentar a los jóvenes proyectos viables en los que puedan desarrollar sus habilidades, su oficio, su profesión. (Piña Yorik R., Y Ahora Qué? Pag. 58

La “ausencia de promesa” sucede cuando el Estado no organiza con estadísticas y proyectos, al muy largo plazo, puestos de trabajo, y oportunidades de cualquier tipo, a los jóvenes que se preparan para desempeñar su papel en la comunidad y lograr desarrollar las habilidades que aprendieron en la etapa anterior (laboriosidad-inferioridad.

A continuación colocamos un video, en donde se entrevistan a dos jóvenes que estuvieron privados de libertad en un centro de corrección. Estamos de acuerdo con las explicaciones que ofrecen del porque de la violencia, dentro del recintos de corrección. Este artículo que forma  departe de una de mis obras, explica de una manera científica, los conceptos que ellos arguyen.

La Fundación Amigos del Mundo Inc. ha formulado un proyecto que tiene en cuenta esos argumentos. Aqui el video:

https://www.youtube.com/watch?v=9l3gNCcT0R8


Nota. 
El Programa de Reeducación para Jóvenes Traviesos (adolescentes en conflicto con la ley penal) ha sido suspendido desde hace un año. Es un programa muy costoso. La sociedad y mucho menos el Estado ha respondido nuestra llamada de auxilio para continuar con ese programa. Solo ofrecemos PROCRECER, el programa de formación en valores a adolescentes y jóvenes que no tienen una correcta dirección de hogar por lo que son provclives a tomar caminos equivocados.

Ciudadanos y empresas que han permitido que nuestro trabajo continue, aun sea con dificultades. Sin su apoyo, hubiera sido imposible llegar hasta hoy.


Donaciones para los programas de Amimundo Inc
Mensuales

Iglesia Presbiteriana (Rvdo. Luis Espinosa), USA
Centro Odontólolgico Dr. Julio Vargas, R. D.
José Gutierrez (Aneudy), N. J, USA
Francisco Javier Vargas R. D.
Valentín Almonte Espinal, N. J. USA


Anuales:
Sadala Khoury, R. D.
José Manuel Matos ( Chiquitin), Texas, USA,
Wilson Vargas, USA
José Gutierrez (Aneudy), N, J. USA  (US$1,000.00 para sorteo anual participantes de PROCRECER)

2 a 3 veces al año
José Gutierrez (Aneudy), N, J. USA
Carlos Julián Vidal Lassís, USA
Juan Matos, USA
Lus Olanda Féliz C., USA
Carmen Pimentel, USA
Erison Medrano, USA
Fabio Arias, USA
Manuel Trinidad, USA
Mercedes Ramírez, Madrid , España
Kelly Armando Castillo, La Coruña, España
Oscar Matos, USA
Renee Noyes, ,Las Vegas, USA,
Yohanna Sufrán, USA

Nota 2.

Este artículo es un subtítulo de la obra "Terapia Paternal". Si desea adquirir la obra, escribanos al correo electrónico rafaelpina@icloud.com, consignado su telefono y nos pondremos en contacto. Gracias


sábado, 8 de noviembre de 2025

Vinculación Positiva Dirigida de la Terapia Paternal

Por Yorik R. Piña

La Vinculación Positiva Dirigida transforma la relación terapéutica en un acto educativo y moral: el profesional no solo interpreta, sino que enseña a vincularse, a responsabilizarse y a vivir con propósito.

Paradigma:
Nivel: filosófico-epistemológico (la visión del mundo).

Es el marco general de pensamiento que orienta la forma en que entendemos la realidad, el ser humano y el conocimiento. Su función es definir qué se considera “verdadero”, “válido” o “eficaz” dentro de una disciplina.

Ejemplo: el paradigma conductista ve la conducta como respuesta a estímulos; el paradigma humanista entiende al ser humano como un ser libre y autorrealizable.

La Vinculación Positiva Dirigida (VPD) es un paradigma, porque redefine la relación terapéutica y educativa desde una nueva visión del ser humano basada en vínculo, afecto estructurado y propósito reeducativo

Enfoque:
Nivel: teórico-conceptual (la perspectiva dentro del paradigma). Es la manera específica de aplicar un paradigma a un campo determinado o a un problema concreto.

Función: organiza los conceptos y principios que guían la intervención. Ejemplo: dentro del paradigma humanista existen enfoques como el centrado en la persona (Rogers) o el gestáltico (Perls).

En la Terapia Paternal es un enfoque clínico-educativo derivado del paradigma VPD, porque operacionaliza esa visión relacional en procedimientos concretos de intervención.

Método
Nivel: técnico-operativo (la práctica). Es el conjunto de pasos, técnicas o procedimientos usados para aplicar un enfoque o validar un paradigma.

Indica cómo se ejecuta la intervención o la investigación. Ejemplo: entrevistas clínicas, observación, registros conductuales, sesiones grupales, bitácoras, etc.

Los métodos monitoriales, terapéuticos o pedagógicos son las estrategias concretas que aplican los principios del enfoque de Terapia Paternal dentro del paradigma VPD

Resumen comparativo

Nivel

Concepto

Pregunta que responde

Ejemplo

Paradigma

Visión general del ser humano y del conocimiento

¿Desde qué concepción entiendo la realidad?

Vinculación Positiva Dirigida (VPD)

Enfoque

Orientación teórica dentro del paradigma

¿Desde qué perspectiva aplico esa visión?

Terapia Paternal

Método

Conjunto de procedimientos para aplicar el enfoque

¿Cómo lo llevo a la práctica?

Sistema Monitorial, PROCRECER, sesiones terapéuticas, bitácoras, etc.

La Vinculación Positiva Dirigida transforma la relación terapéutica en un acto educativo y moral: el profesional no solo interpreta, sino que enseña a vincularse, a responsabilizarse y a vivir con propósito.

Durante más de cinco décadas de observación y práctica educativa con adolescentes en distintos entornos,sobre todo en el colegio Experimental Fernando Arturo De Meriño, de Barahona y Colegio Experimental De Moniotores en el Distrito Nacional (escuelas, comunidades y centros de corrección), surgió de manera empírica un enfoque que hoy se puede denominar “Vinculación Positiva Dirigida (VPD)”.

 Este paradigma plantea que el cambio conductual y el crecimiento personal se logran más eficazmente cuando el adulto significativo valida primero lo positivo del adolescente y dirige luego la corrección hacia la mejora, en un marco de afecto, respeto y firmeza.

La VPD nace como un proceso emergente dentro de la Terapia Paternal, un modelo que combina disciplina, acompañamiento y ternura, y que ha mostrado ser una herramienta poderosa de transformación psicosocial.

El Paradigma de Vinculación Positiva Dirigida (VPD) es un marco conceptual emergente en psicología que orienta la forma de interpretar y transformar los eventos de la realidad humana desde una perspectiva afectiva, preventiva y formativa. 

Este paradigma integra supuestos teóricos y prácticos que enfatizan la validación del individuo antes de la corrección, la positividad intencional y no ingenua, la síntesis de afecto con firmeza y la centralidad de la dimensión relacional.

En este sentido, el VPD no solo constituye un método de interpretación de la conducta y los procesos emocionales, sino también un modelo de intervención práctica que, aplicado en contextos clínicos, educativos y penitenciarios, busca prevenir riesgos, favorecer el desarrollo socioemocional y promover la reinserción social. 


Este paradigma plantea que el cambio conductual y el crecimiento personal se logran más eficazmente cuando el adulto significativo valida primero lo positivo del adolescente y dirige luego la corrección hacia la mejora, en un marco de afecto, respeto y firmeza. 


La VPD nace como un proceso emergente dentro de la Terapia Paternal, un modelo que combina disciplina, acompañamiento y ternura, y que ha mostrado ser una herramienta poderosa de transformación psicosocial. Ostenta un vínculo de tipo afectivo-protector, distinto tanto de la autoridad autoritaria como de la simple simpatía emocional. 


Se trata de una relación estructurada, que integra afecto y firmeza, y que busca instalar en el joven una figura paternal simbólica, capaz de ofrecer seguridad, validación y dirección.


 Características del vínculo en la Terapia Paternal
Es protector y afirmativo porque vínculo asegura al joven que hay alguien que cuida de él, lo valida antes de corregirlo y lo conduce con una mezcla de comprensión y exigencia.

Es Relacional y directivo. No es un vínculo neutro ni distante: tiene dirección pedagógica y terapéutica (Vinculación Positiva Dirigida), orientada a moldear conductas y fortalecer valores. Es simbólico-sustitutivo, no reemplazante, no sustituye al padre biológico, sino que modela la función que este debería cumplir: seguridad, límites claros y amor incondicional. 

Es motivador y reparador porque genera confianza en sí mismo y reduce resistencias, al enfocarse en las conductas positivas y en la posibilidad de transformación personal. Genera una dimensión terapéutica y educativa. 

Se establece tanto en la consulta clínica, como en la escuela (Sistema Monitorial) y en centros penitenciarios, siempre con el mismo eje que consiste en una relación protectora y dirigida que activa procesos de cambio profundo.

La Terapia Paternal ostenta un vínculo paternal simbólico, afectivo y protector, con dirección pedagógica y terapéutica, que busca reparar carencias, modelar nuevas conductas y fortalecer la identidad del joven. 

La vinculación en la Terapia Paternal se considera positiva por varias razones fundamentales que provienen de su naturaleza afectiva, protectora y dirigida. Se centra en validar lo positivo que el joven ya tiene o manifiesta, antes de señalar sus errores. Esto crea un ambiente de aceptación y confianza, donde la corrección no se percibe como rechazo, sino como una oportunidad de mejora. Disminuye resistencias y confrontaciones al estar sustentada en el afecto y la firmeza integrados. 

De esta manera el joven no percibe al conductor como un enemigo que lo juzga, sino como una figura que lo acompaña y protege. Esto reduce las barreras emocionales y facilita la apertura a cambios de conducta. Genera motivación interna al percibir: “valgo y puedo mejorar”, en lugar de reforzar etiquetas negativas. Ese reconocimiento positivo tiene un efecto motivador y reparador, que impulsa el esfuerzo personal y la resiliencia.

 Modela la función paterna simbólica cuando el adolescente carece de un padre presente o de una autoridad sana. El vínculo positivo de la Terapia Paternal instala esa figura simbólica, protectora y orientadora, que genera seguridad y sentido de pertenencia, integrando lo afectivo con lo normativo. No es solo afecto, ni solo disciplina: es una combinación equilibrada. Esa mezcla hace que el vínculo sea terapéutico y educativo a la vez, porque enseña límites sin violencia y otorga afecto sin permisividad.

 La positividad en la vinculación de la Terapia Paternal no es ingenua ni permisiva, sino estratégica y dirigida. Es positiva porque repara, motiva y transforma, creando un lazo protector que sostiene al joven mientras aprende a superar carencias y desarrollar nuevas conductas.

Dirección en la Terapia Paternal:

Lo dirigido en la Terapia Paternal significa que la vinculación afectiva tiene rumbo: está orientada a reforzar lo positivo, corregir con amor, instalar una figura paterna simbólica y conducir al joven hacia un cambio profundo y sostenido. 

El vínculo no se deja al azar: el conductor elige conscientemente qué conductas reforzar, qué actitudes validar y cómo marcar los límites. Cada interacción tiene un propósito: sanar, motivar y transformar. Se busca resaltar lo positivo en la conducta del joven, por pequeño que sea. El refuerzo no es indiscriminado, sino dirigido a lo que puede crecer y consolidarse. Cuando se corrige, se hace con afecto y alternativas claras, no con simple sanción.

El conductor marca la dirección del cambio, evitando que el joven se quede solo en la culpa o el error. La dirección implica poner límites claros y consistentes, que transmiten seguridad. No se trata de permisividad, sino de guiar con firmeza afectuosa. La “dirección” busca que el joven interiorice nuevas conductas y valores. El objetivo no es solo regular el comportamiento inmediato, sino formar carácter y resiliencia a largo plazo.