Por: Virgilio Gautreaux P.
Los acontecimientos sísmicos que han sacudido varias partes del planeta y que han desatado terribles marejadas (Sunamis) en las costas de numerosas naciones, parece ser la tónica de presente siglo XXI. En efecto, mortales movimientos telúricos en Asia, Sur América y el Caribe (Haití), han arrojado centenares de miles de muertos, a la vez que han dejado devastadas regiones enteras de muchos países.
Los costos de reposición de las infraestructuras ascienden a miles de millones de dólares durante varios años. Estas fuertes sumas de recursos deben gastarse con la intención de que las economías de ciudades, regiones y naciones, retomen por lo menos, los niveles de actividad económica que existía antes de los sismos. Hay sin embargo, unos costos sociales de más difícil recuperación, al desaparecer físicamente valiosos recursos humanos y redes sociales, a los que se suman la desarticulación de estructuras gubernamentales y serios obstáculos a la gestión pública.
La sicosis colectiva de los habitantes de las zonas golpeadas por estos fenómenos, queda gravemente afectada, a la vez que se produce la salida de personas bien calificadas que huyen por temor o en búsqueda de oportunidades laborales debido a que perciben que la región afectada ha perdido competitividad.
En adición, las imágenes en los medios de comunicación de cadáveres, heridos y personas abatidas, aleja potenciales inversionistas.
Cuando se producen grandes desastres naturales, muchos gobiernos-al principio-destacan los efectos de la tragedia tanto en la prensa local, como en los medios de comunicación internacionales. Con esto se persigue recibir rápida respuesta de naciones amigas y organismos internacionales de socorro.
Adicionalmente, se logran también préstamos, facilidades financieras y dispensas en el pago de vencimientos de la deuda externa. Logrados estos propósitos, al poco tiempo los países cambian de país desguavinado, a nación de “recuperación rápida”. Esto se realiza para que el crecimiento del PIB y la “estabilidad macroeconómica”, sigan su agitado curso……..hacia arriba. Por extraño que parezca, muchos gobernantes saben sacar provecho político a estas terribles contingencias.
Los santiagueros-que no creen en nadie-han realizado numerosos talleres evaluativos y han llevado expertos que han formulado buenas recomendaciones y advertencias sobre potenciales riesgos debido a las fallas que atraviesan la región de Cibao. La Oficina Nacional de Evaluación Sísmica luego de una evaluación, advirtió el Miércoles 23 de Marzo en curso que todos los hospitales y escuelas del Cibao, tienen que ser intervenidos debido a la vulnerabilidad que enfrentan en caso de que esa zona sean afectada por un terremoto.
La advertencia fue extensiva a Monte Plata y la región Este del País. Igual preocupación y recomendación formuló el organismo gubernamental con respecto a 2 mil edificaciones públicas en nuestro Sur, región a la cual únicamente se le ha evaluado el 10% de sus edificaciones, debido a “la falta de recursos”, los cuales
siempre se gastan cuando nos toca cualquier cosa.
Ya en Santiago se realizó un estudio de microzonificación sísmica de la ciudad, para poder apreciar el comportamiento que tendrán las edificaciones ante un fenómeno sísmico. Al mismo tiempo, los santiagueros ya crearon el Instituto Municipal de Gestión de Riesgo, como mecanismo para preparar e identificar todas las áreas vulnerables. El Síndico Gilberto Serrulle manifestó las recomendaciones de los organismos competentes serían utilizadas como base para los planes y las decisiones de desarrollo urbano, así como para que la población conozca los planes de recuperación.
A nivel de nuestra Barahona, creemos que es necesario llevar la gente de La Oficina Nacional de Evaluación Sísmica, para que en una jornada similar a la realizada en Santiago, nos digan cual es la situación de las fallas que atraviesan toda la Región Enriquillo.
trabajos.
Los planes de contingencia consensuados que surjan de las jornadas y seminarios deben ser difundidos por la excelente red de medios de comunicación social que afortunadamente tenemos en Barahona. Una campaña de prevención, puede ser desarrollada, bajo la supervisión de los organismos competentes, para evitar alarmas y desinformaciones.
Simulacros periódicos de emergencia deberán ser realizados y evaluados para aplicar los correctivos pertinentes. Deben realizarse críticas positivas y aportes para enfrentar obstáculos. La sátira y las burlas no contribuyen a salvar vidas. Es momento de concertar voluntades.
Es de suma importancia que los organismos locales encargados de la asistencia y seguridad pública que atienden estos fenómenos telúricos, sean dotados de las maquinarias y equipos correspondientes para realizar con efectividad sus labores de rescate. Entrenar al personal de socorro y de los hospitales es prioritario. En lugar de dar declaraciones de que “estamos preparados para lo que sea”, nuestros funcionarios locales deben enviar a la capital largas listas de los equipos, uniformes, sierras eléctricas, maquinarias y medicamentos, que se requieren cuando se presentan estos casos.
La población debe ser incorporada a brigadas de rescate. Las fábricas deben tener planes de contingencia. Universidades, escuelas, colegios, oficinas públicas, iglesias y otros locales que albergan multitudes, deben realizar simulacros de evacuación. Estas edificaciones debieran ser dotadas de señalización de vías de escape. Las seccionales del Colegio Médico y del CODIA, deben coordinar programas de intercambio. El Centro Universitario de la UASD , debe organizar un Diplomado sobre asuntos sísmicos e hidrogeológicos en la Región Enriquillo.
Copiemos de los santiagueros. Solo hay que sumar voluntades. Es mucho lo que falta por hacer en Barahona !!!!!!!!
Ya en la zona tenemos luces de alerta con las inundaciones de los dos lagos más grandes de la isla. Despertemos !!!!!!!!!!!!!!
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