Por Yorik Piña
Caminando por la Sexta avenida de Villa Central, justo detrás del play de softball, me aborda un joven de 21 años y asevera con gestos de ruego: - "Yo fumo marihuana y quiero que me inscriba en el programa"-. Como no me fío de los traviesos que no conozco le comenté que "el era muy mayor y que esta actividad era para adolescentes. Insistió y me comenta: "Yo era el compañero de… fulano" . (Se refería al travieso que un grupo de damas barahoneros, ex alumnas del Colegio Divina Pastora, hace algunos meses, encabezadas por Norka Perez, contribuyeron para instalar una microempresa).
No le prometí nada; pero me dispuse a investigar sus actividades delictivas. Después de conversar con algunas personas del barrio, supe que era huérfano de padre y madre, que sus padres habían muerto de sida.
Vive en una casa sin muebles, junto a otros familiares, propiedad de una tía que vive en los Estados Unidos, en calidad de guardianes. Supe, además, que se dedica a robar motores y atracar, así como a consumir marihuana, mas de una vez al día.
El caso me resultó interesante y recordé los gestos de sinceridad de nuestro primer encuentro y traté de localizarlo para ingresarlo en el programa. No me fue difícil encontrarlo y le manifesté la intención de ingresarlo. Nuestra primera sesión se celebró de inmediato.
Expliqué en qué consistía el programa y cuál era la actitud que se esperaba de él. Le manifesté que a partir de este momento no puede tomar lo ajeno, en ninguna de sus formas y que tenía que hacer un esfuerzo por dejar de consumir marihuana. Asintió de muy buena gana.
El dejar de robar es mucho más fácil que dejar de consumir sustancias. Para mi sorpresa con solo 4 días en el programa ni roba ni consume y dice muy enfáticamente que no da marcha atrás.
Me comentó, en la segunda sesión, que no pudo cenar porque no tenía apetito y que pudo comer algo a las 3 de la mañana. No durmió bien.
Le expliqué que eso se debía al síndrome de abstinencia o de retirada. Que esos síntomas iban a permanecer durante los próximos 28 días; pero que se debilitaban progresivamente, según pasaba el tiempo. Está sudando las palmas de las manos y plantas de los pies (síntomas de ansiedad por la falta de consumo).
Hoy es el 4to día y manifiesta que ya no le hace falta el consumo; pero que todavía las plantas de los pies y las palmas de las manos le sudan copiosamente.
Nos apersonamos a la junta para obtener su cédula (La mayoría de los traviesos que ingresan al programa les falta este documento: lo empeñan lo pierden y no se ocupan de buscarlo) Es necesaria para inscribirlo en la escuela y hacer cursos en INFOTEP.
Nos atendió el encargado de la expedición del documento y con mucha amabilidad lo exhortó a caminar por los senderos correctos: La junta nos ofrece mucha ayuda para estos casos, sobre todo Miguel Ángel Alcántara un empleado que labora en los cómputos. Los busca y los encuentra con la poca información que suelen ofrecer. Lo agradecemos, profundamente.
Este estado lo ha logrado sin las sesiones de acupuntura que les ofrece el psicólogo acupunturista Pablo Sánchez.
Cuál es la razón por lo que dejan de consumir y robar tan rápidamente en este programa?
Mis observaciones como profesional de la conducta apuntan a que se obtienen resultados observables rápidamente porque la protección es uno de los pilares básicos del programa:
Protegerles es darles:
Tiempo: hablar y orientarles en sus problemas y conflictos, recomendarles soluciones)
Esfuerzo: Que sientan que se hace esfuerzo para sean felices
Cuidado: Cubrir sus necesidades de alimento, vestido, orientación, etc. así como castigar cuando cometan faltas y premiarles cuando exhiban conductas adaptativas, deseables.
Afecto de amor. Deben sentir que quien lo educa se preocupa, sinceramente por su bienestar y que se alegra con su alegría y le duele su dolor.
Es una lástima que no estemos preparados para recibir a todos los que necesitan nuestra ayuda. Hemos tratado de ubicar voluntarios para adiestrarlos en la conducción del programa y no ha sido posible; pero seguimos intentándolo.
LOS RESULTADOS NOS ANIMAN, NOS MOTIVAN A SEGUIR
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Reeducar es más costoso que la prevención del delito y las drogas. Es un deber del Estado. No hay políticas serias para combatir la delincuencia. Estamos conscientes que este esfuerzo no resuelve el problema; pero nos da satisfacción de hacer lo que tenemos que hacer.
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