sábado, 3 de mayo de 2025

Privación de libertad. Rechazo y dolor vs. protección y reinserción social. -Ingles y español-

 


Epílogo

La presente obra tiene como objetivo demostrar que muchas de las personas privadas de libertad no son inherentemente maliciosas ni perversas. Más bien, a menudo son el resultado de entornos de crianza inadecuados, violentos o negligentes. Es evidente que los traumas no tratados de la infancia y la adolescencia pueden cristalizar en trastornos de conducta, enfermedades mentales o profundas heridas emocionales que predisponen a las personas a entrar en conflicto con la ley.

Reconocer la existencia de los trastornos mentales y comprender su naturaleza involuntaria es fundamental para una gestión más humana y eficaz de los centros penitenciarios. Toda persona encarcelada carga con una historia marcada por el dolor, el abandono, la incomprensión o el abuso.

La necesidad de tratamiento psicológico, apoyo emocional y formación educativa en los centros penitenciarios no es un lujo ni una opción, sino una necesidad. Una institución que busca no solo castigar, sino también rehabilitar, debe contar con profesionales de la salud mental, programas de formación y espacios para la sanación emocional. Solo trabajando las causas que llevaron a las personas al encarcelamiento, más allá de los actos inmediatos cometidos, podemos aspirar a una verdadera reintegración social, reduciendo las altas tasas de reincidencia y transformando el dolor en oportunidades de crecimiento.

La atención psicológica, la empatía, la protección, la educación y la responsabilidad son pilares indispensables para construir una nueva vida para quienes, debido a las heridas del pasado, terminaron en prisión.

El verdadero éxito de una sociedad no se mide por el número de cárceles, sino por su capacidad para sanar a sus ciudadanos más heridos.


Epilogue

The purpose of this work is to demonstrate that many individuals deprived of their liberty are not inherently malicious or evil. More often, they are the result of inadequate, violent, or neglectful upbringing environments. It is evident that untreated childhood and adolescent traumas can solidify into behavioral disorders, mental illnesses, or deep emotional wounds that predispose individuals to come into conflict with the law.

Recognizing the existence of mental disorders and understanding their involuntary nature is essential for a more humane and effective management of penitentiary centers. Every incarcerated person carries a history marked by pain, abandonment, misunderstanding, or abuse.

The need for psychological treatment, emotional support, and educational training in penitentiary centers is not a luxury or an option it is a necessity. An institution that seeks not only to punish but also to rehabilitate must have mental health professionals, training programs, and spaces for emotional healing. Only by addressing the root causes that led individuals to incarceration beyond the immediate acts committed can we aspire to true social reintegration, reducing high rates of recidivism and transforming pain into opportunities for growth.

Psychological care, empathy, protection, education, and responsibility are essential pillars for building a new life for those who, due to the wounds of the past, ended up in prison.

The true success of a society is not measured by the number of prisons it has, but by its ability to heal its most wounded citizens.

Los interesados pueden pedirlos por este mismo medio y se los hago llegar En USA y otros pases a la puerta de su casa y en República Dominicana a la oficina de Western Unión (Vimenpack) más cercana a su hogar, a un costo de US$30.00 (RD$1, 0.00) y contribuyes a los programas de la Fundación Amigos Del Mundo Inc.


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