Las estadísticas muestran que el 94% de los jóvenes con antecedentes delictivos no han tenido un modelo masculino positivo de conducta en sus vidas.
En el reporte publicado en una colaboración de la Universidad de Harvard, sobre “La importancia de la figura paterna en la educación de los hijos: estabilidad familiar y desarrollo social” María Calvo Charro junto con otros especialistas expone la relación directa entre la ausencia del padre y determinados problemas sociales actuales de carácter muy grave. Sin la guía y dirección de un padre, la frustración de los muchachos les conduce a variadas formas de violencia y comportamiento asocial.
Un punto interesante de este estudio es que el impacto de una madre ausente respecto de la variable criminalidad es casi nulo, lo que confirma la especificidad de la figura paterna respecto de la conducta transgresora.
El estudio es del 2015, y desde entonces han aumentado en EE.UU significativamente el número de menores que viven sin padre.
Hoy se sabe que la ausencia de padre está en la base de la inmensa mayoría de estas actitudes asociales.
El padre, habiéndose ausentado, física o psíquicamente, puede provocar en la adolescencia se utilice la violencia-transgresión para afirmar la propia existencia.
Las madres no logran hacerse obedecer e incluso en ocasiones llegan a ser agredidas por un hijo al que no han puesto límites. El niño que ha tenido una relación excesivamente estrecha con su madre, la ve como un impedimento a sus deseos de autoafirmación y masculinidad y suele reaccionar contra ella con desprecio y agresividad.
Estos jóvenes no encuentran el límite a su psicología
La presencia de la función paterna les ayuda a interiorizar el sentido de la ley y en consecuencia, como no saben “cómo pertenecer”, pueden llegar a robar, agredir y son violentos para ocupar, de manera primitiva, un territorio.
Según el psicólogo forense Shaw Johnson las investigaciones demuestran que no hay nadie más idóneo para frenar la agresión antisocial de un muchacho que su padre biológico.
Algunos trabajos de investigación sugieren que la función paterna tiene una influencia crítica en la instauración y desarrollo de la capacidad de controlar los impulsos en general y el impulso agresivo.
Esta relación entre función paterna y control de impulsos tiene posiblemente un papel importante en las adicciones (Stern, Northman & Van Slyk, 1984). De hecho, el 50% de los toxicómanos en Francia y en Italia provienen de familias monoparentales (Olivier, 1994).
Los niños, luego en la edad adulta tendrán dificultad para ejercer debidamente la paternidad por falta de ejemplos masculinos. Según el sociólogo Peter Karl, los menores que pasan más del 80% del tiempo con mujeres, luego en la madurez no saben cómo actuar como hombres.
Estos jóvenes crecen como padres deformados porque a ellos mismos se les privó de un comportamiento paterno ejemplar. Y es absolutamente erróneo pensar que la función materna puede llenar ese vacío. El padre debe ser el “puente humano” que une al hijo con la vida pública de compromiso y responsabilidad.
Fracaso escolar, problemas de salud física y mental
Según el Dr. Muñoz Farias, los niños que crecen sin una figura paterna, generalmente evidencian trastornos en la adolescencia porque no encuentran una identidad: “Los jóvenes sufren de inseguridad, soledad y depresión, que pueden plasmarse en el fracaso escolar, consumo de alcohol, drogas y vagancia. En definitiva, no tienen la capacidad para controlar sus impulsos y no pueden autorregularse”, opina el psiquiatra infantil. Los problemas incluyen también problemas de salud serios, ya que su sistema inmunológico se ve afectado por el estrés que genera tal situación de desamparo, a pesar de los esfuerzos de las madres para compensar las carencias afectivo-educativas del padre.
Los adolescentes sin padre se embarcan antes y en mayor medida en experiencias sexuales, además tienen más posibilidades de sufrir enfermedades mentales y suicidarse. Sufren más proporción de abandono escolar y criminalidad. Estos efectos se agudizan cuando se trata de niños que experimentaron el divorcio de sus padres siendo menores de cinco años.
Un estudio realizado sobre 156 víctimas de abusos sexuales mostró que la mayoría pertenecían a familias sin padre, lo que provoca también problemas de identidad sexual. En general necesitan más ayuda psiquiátrica. Las alteraciones de sueño, como pesadillas y terrores nocturnos, suelen comenzar entre uno y tres meses desde que el padre desaparece del hogar.
Las trágicas cifras
- El 80% de los adolescentes en hospitales psiquiátricos provienen de familias rotas, suelen ser menos solidarios y empáticos y tienen significativamente menos capacidad intelectual.
- El 43% de los muchachos en prisión crecieron en hogares monoparentales.
- El 72% de los chicos que han cometido algún asesinato y el 60% de los que cometieron violación crecieron sin padre.
- El porcentaje aumenta cuando se refiere a niños y jóvenes de color.
- Son más agresivos, tienen menos autocontrol y escaso sentido de culpabilidad.
- El 63% de los suicidios de jóvenes se dan entre muchachos sin padre
- El 90% de los niños que se van de casa son de familias sin padre.
- El 85% de los chicos son desórdenes de conducta provienen de familias sin padre.
- El 80% de violaciones con violencia son protagonizadas por chicos de padres ausentes.
- Los chicos sin padre protagonizan el 71% del abandono escolar en secundaria.
- El 75% de los adolescentes en centros de desintoxicación no conocen a su padre.
- El 70% de jóvenes internados en reformatorios crecieron sin padre.
- El 85% de jóvenes en prisión provienen de familias en las que sólo estaba la madre.