Por: Virgilio Gautreaux P.
El Viernes 23 de Agosto de este 2013-luego de varias
posposiciones-por fín pude dirigirme a mi querida Barahona. La Perla del Sur.
La Ciudad Larimar. Antes, sin embargo, debí realizar una “escala técnica” en la
comunidad de Cabral. Mientras transitaba hacia allá, observaba los cerros, montañas y llanuras, donde los valientes
combatientes cabraleños durante muchas décadas del siglo XIX se batieron con
machetes y viejos fusiles en las guerras de Independencia y Restauración.
Cabral tiene una honrosa tradición patriótica, pero también
de trabajo. Sus hombres y mujeres fueron laboriosos con la tierra y la crianza
de animales, así como hábiles comerciantes. La privilegiada ubicación del
poblado, lo convirtió en una dinámica plaza comercial. Esforzados cabraleños, a
los que se unieron personas de otras
nacionalidades, pusieron a parir en las lomas un tipo de café, que por su
calidad, se convirtió en uno de los mejores
del mundo. La producción de plátano, frutas, yuca, batata, junto a la
ganadería, la pesca de tilapias, camarones y otras especies de la laguna,
concentran una parte relevante de la mano de obra local.
Abundan muchas
empresas comerciales (colmados, farmacias,
de muebles, de repuestos, ferreterías, etc.) y de servicios (de
comunicación, financieros, educativos, etc), cuya actividad genera importantes
ingresos y empleos. Una extendida red de
microempresas, especialmente venduter@s, distribuyen por doquier mercancías
diversas (alimentos, dulces, ropa, calzados, envases de diferente tipo, frutas,
etc.).
Poco a poco, la lucha del pueblo cabraleño ha logrado que se
escuchen sus reclamos para fortalecer la gestión pública y sus servicios. Gracias
al trabajo de un esforzado hijo de dicha localidad, la Junta Central
Electoral inauguró la semana pasada en
Cabral una moderna edificación, que por
su majestuosidad y líneas modernistas, atrae la vista de transeúntes y
conductores.
Estaba de lo más concentrado en estas meditaciones y
visiones, que sólo el aroma de una carne ricamente sazonada y puesta al sol, me
distrajo. Cuando levanto la vista veo que estoy cerca de Tatá en cuyo hogar por
décadas se ha elaborado una de las mejores longanizas de la República
Dominicana. Por razones de edad, ahora
su hijo Franchín es quien las prepara. También olorosas longanas son
preparadas por Madalina y Albania. En Cabral luego de preparadas las colocan en
la TATAJERA,
que es un palo largo donde al calor del sol se completa el proceso de
fabricación del producto.
Esta rica longaniza cabraleña se vende por cuartas (ancho de
la mano), a un costo de RD$ 60.00.
Pensando en lo rico de un mangú con aguacate y longaniza
frita, doblo una esquina y otro rico olor activa mi sentido del olfato. Un humo
perfumado de conconete cabraleño flota en el ambiente. Estoy transitando cerca
de la casa de Sonia Féliz Féliz, la cual
lleva décadas en esta actividad.
El conconete (o biembesabe) se elabora con coco guayado, miel
de abejas y harina de trigo. Todo luego va al horno. Una parte de su producción
ella la vende en Neyba. La otra es
vendida en Tamayo. Sonia también produce
ricos bombones criollos. El mismo aroma lo encontramos cuando pasamos frente a
la casa de Milagros, la cual además prepara tortillas de harina de maíz y
dulces en potes. Ella vende en Polo Cabral.
Al doblar por otra calle una diversidad de dulces aromas me sorprende. Estoy frente a
frente a la casa de Dilcia, la hija de la difunta Morá. Dentro de los variados
vapores perfumados percibo el olor a canela, a pasas, clavo dulce, malagueta,
nuez moscada y otras “especias”, que se utilizan para producir dulce de leche,
de coco, de guayaba, de piña, arepa dulce y salada, pudín de pan, de batata y
cocada, entre otros. También encontramos estos ricos gases, emanar de la casa
de Esperanza, mejor conocida como Triculí, la cual además de hacer dulces,
baila CARABINE !
En Cabral en el pasado mucha gente elaboraba Jalao, bobote,
borracho, jicaco, roquete, palito latigoso y gofio.
La tradición dulcera de Cabral se remonta a muchos años
atrás. En el ingenio de Pablo Urbáez se hacía raspadura a partir de jugo de
caña hervida, que al evaporarse quedaba una pasta que luego era envuelta
cilíndricamente en yagua y vendida en pedazos. Varias personas elaboraban DULCE DE PRIETO a partir de melaza y cáscara de naranja o toronja. La
pasta resultante era envuelta en hojas de plátano previamente mareadas y
secas.
Como la gente no disponía de
dinero para comprar bebidas gaseosas, eran muy populares el mabí, la
champola, la limonada, la jagua, el cacheo, el tamarindo, etc.
Mientras marcho hacia mi destino, me encuentro con MARÍA PAPO
que va vendiendo “un ensarte” de grandes tilapias. Por otro lado veo “vociar”
TILAPIA a Reina la esposa de VÍCTOR EL CIEN. Más adelante escucho gritar a HÚNGARA, la mujé de SILÁ, el hermano
de MINGOTE. Las tilapias o VIEJACAS, también son vendidas por Tatá, la mujé de
TORO. Son vendedoras Margó la de ADÁN y Quica cuyo marío era el difunto SALADÍN.
Estos pejes son también vendidos por María Cristina. Todas
los venden ensartados en “ripios” hechos
de tiras de corteza de las matas de plátano. Las tilapias son vendidas peladas,
limpias y con cortes longitudinales, para facilitar la sancochadura o la
fritura. Quien hace la compra, al llegar a su casa le pone limón y sal y la pone a secar.
Recorrer las calles de Cabral cuando se están friendo o
sancochando las tilapias es una verdadera provocación. En seguida uno piensa en
acompañar la tilapia con un mangucito, una yuquita o con guineítos sancochados
y aguacate que nunca se queda.
Los cabraleños nunca olvidan sus raíces, por eso para los que residen en la capital y son “adictos” a las tilapias, están Julita la mujer de YONY y otras que se colocan en el HIPER OLÉ-I de la Avenida Duarte donde se la venden a quienes son orgullosos de su tradición culinaria.
Los cabraleños nunca olvidan sus raíces, por eso para los que residen en la capital y son “adictos” a las tilapias, están Julita la mujer de YONY y otras que se colocan en el HIPER OLÉ-I de la Avenida Duarte donde se la venden a quienes son orgullosos de su tradición culinaria.
Siguiendo mi travesía dentro del pueblo de Cabral, cojo una
calle donde el olor inconfundible de
camarones sancochados, sorprende al más distraído. Varias personas se han
especializado en comprar los camarones a los pescadores, los hierven, los limpian
y los venden a RD$ 150 la libra.
En Cabral venden camarones TOÑA, OPIADINA, CHACHO, PILILA,
TUTUTA y SANDRITA, entre otras.
En una calle un poco larga, una señora con una ponchera
grande vende Sábalos y Bosú de buen tamaño. Un poco más allá otra vocea veeendo
Guabina y Roncador. Lo venden pelao y sajao.
Cuando creo que ya “lo he olido
todo”, me atacan un grupo de
sazones que están siendo molidos por MORA SORÉ, quien prepara ricos CHIMICHURRIS frescos y naturales (sin preservativos ni colorantes), los
cuales vende todas las noches en el Parque Duarte de Cabral.
Al terminar mi diligencia, salí hacia Barahona, orgulloso y
sorprendido de este verdadero festival de perfumes que emanan los hogares
cabraleños.
VIVA CABRAL !!!!!!!!!!
Nota: Estas notas fueron posibles gracias a
la inestimable colaboración de Milkella Féliz y Féliz.
Felicidades Virgilio. Tremendo reportaje.
ResponderEliminarBenito Olmo Contreras