Por Praede Olivero Féliz
En Caracas, Venezuela, el ejetreo
fue grande; madrugar para abordar las guaguas, partir al local del próximo
evento, escuchar varias conferencias una tras otra, comer, volver a las
conferencias o las actividades del programa, regresar al Centro de Formación
Simón Rodríguez, en San Antonio de los Altos del Estado Miranda y así cada día
hasta culminar con la marcha hacia el Cuartel de la Montaña, donde reposan los
restos mortales del Comandante Hugo Chávez Frías y le hicimos un gran homenaje,
a la vez que le celebramos el cumpleaños número 59.
Hombres y mujeres se cansaba, se dormían y hasta se
enfermaban, parecía un entrenamiento agotador que puso en evidencia lo que
decían Julio y demás miembros de la delegación de Uruguay compañeros de lucha
del guerrillero, del Presidente Mujica, ellos no son viejos, simplemente tienen
la juventud acumulada, bella forma de esconder el paso de los años, pero una
realidad increíble de los que no se dejan vencer en el pensamiento y la acción
por el paso de los años.
Los dominicanos no se rindieron,
ni en el debate, ni en la discusión seria, de mi decían que tenía pilas
recargable, que donde estaba el botón para apagarme, trataba de imitar a Camilo
Cienfuegos el hombre de las mil anécdotas, el que mantenía el humos y la
alegría del cubano combatiente. A veces le disparaba un cuento, cantaba una
bachata o un merengue, les bailaba y hasta ayudaba a los haitianos con su
música y con su baile para que no se durmieran, creo que fui su mejor amigo en
el evento, hasta el extremo que prometieron visitarnos y vacacionar en
República Dominicana.
Y es que nadie se me podía dormir
en la guagua, ni en los recesos, porque además de un cuento, un chiste le
disparaba a los haitianos un bobiné ma bobiné y saltaban como coristas de resorte
para cantar y bailar conmigo, bajaban un poco cuando les cantaba: Adelina le
dijo a Petión, hay Petión no gaste más, Adelina déjame gastar, que yo tengo
medio millón, tengo y tengo medio millón (coro).
Que cara más bonita tiene esa
niña, que cara más bonita yo la quiero enamorar… Antes de que te vaya carbonero, en las blancas
paredes de la vida, escribe con carbón tu despedida, para que te recuerde el
pueblo entero…Yo le doy yuca, yo le doy batata, yo le doy pipiota a esa loca (era
lo que más pedían en especial los venezolanos),… pena es lo que siento en mi
alma, porque esa mujer no entiende que me hace perder la calma… y al final
arrasaba Joe Veras: Y es que lo que molesta no son los cuernos, lo que molesta
es el cuchicheo….
Ahora bien, como prueba la foto,
varios haitianos al final se me durmieron, se rompió el mito de que eran los
más duros, los más fuertes, en especial esa dama, que al salir del monumento a
Chávez, ya en la parte frontal del Cuartel de la Montaña, se tiró al suelo como
cama y cogió su bandera como sábana como demostración de que los haitianos
también se cansan.
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