martes, 24 de junio de 2025

Colegio Fe y Alegria implemetará el programa PROCRECER con KIRO, el guardián de los valores

Se da inicio a la masificación de PROCRECER,. Programa de Formación en Valores de la Fundación Amigos Del Mundo Inc, protagonzada por KIRO, guardián de los valores, la mascota oficial del programa.

Kiro. Guardián de los valores

El Colegio Fe Y Alegría, ubicado en Santo Domingo Norte, con los auspicios de la Fundación Amigos Del Mundo Inc. AMIMUNDO, inicirá las aplicación del programa de Formación en Valores PROCRECER, a partir del próximo año escolar.

Los 54 módulos del programa de crecimiento personal, serán distribuidos en los seis niveles de la educación media, iniciando por el primer nivel, el siguiente año con el segundo nivel y así sucesivamente.



Aquí les coloco una muestra de uno de los módulos creados con un lenguaje cercano a la adolescencia y la juventud.

Esta es la portada y contraportada del módulo 3/54. Ahora les muestro el interior del módulo: 
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¿Qué es PROCRECER? Un programa de crecimiento personal y prevención dirigido a niños, niñas y adolescentes (9 años en adelante) que fortalece valores familiares, habilidades sociales y conocimientos básicos para la vida en comunidad. Se enfoca en prevenir conductas antisociales (delincuencia, violencia, adicciones) mediante la educación en valores y la participación activa de la familia y la escuela.

Objetivos fundamentales: Desarrollar en los participantes las cuatro condiciones esenciales para una adultez responsable: (1) confianza y seguridad en sí mismos, (2) capacidad de crear lazos de afecto y demostrar creatividad, (3) capacidad de actuar positivamente en su entorno, y (4) conciencia de su individualidad. Al lograr estos pilares, el programa busca encaminar a los jóvenes hacia la libertad, la felicidad y la vida en comunidad sana, evitando futuros comportamientos de riesgo.

Metodología: PROCRECER consta de 55 módulos (un módulo por mes) que se trabajan mediante encuentros grupales familiares o escolares. En cada módulo se desarrolla un tema central con materiales de lectura y reflexión, se propone un ejercicio práctico “Para Crecer” (para aplicar valores en la vida diaria), se asignan actividades personales y grupales de largo plazo (proyectos que abarcan 10 semanas cada uno), y se incluyen ejercicios de conocimiento (refuerzo de aprendizajes académicos básicos) junto a la discusión de frases célebres y fragmentos de urbanidad. Los encuentros son guiados por padres, tutores o educadores previamente orientados, y cada módulo culmina con una evaluación y reconocimiento al participante.

Participantes e implementación: Dirigido a estudiantes del bachillerato, involucrando a sus padres/madres o tutores como facilitadores. La implementación es flexible: puede realizarse en el hogar con apoyo de la escuela, o como parte de un programa extracurricular en el centro educativo. Para los menores, la supervisión adulta es indispensable; los mayores de 18 años pueden trabajar autónomamente con mínima supervisión. El programa se adapta a distintos contextos, buscando siempre crear un ambiente positivo de aprendizaje en valores.

Beneficios esperados: PROCRECER fortalece la autoestima, la disciplina y la convivencia en los jóvenes. Al practicar semanalmente hábitos positivos (como el ahorro, la solidaridad, el respeto, la responsabilidad) y reforzar conocimientos (matemática básica, lectura, cultura general), los participantes desarrollan competencias personales que les ayudarán a resistir la presión de conductas negativas y a tomar decisiones saludables. Asimismo, la comunidad escolar se beneficia al involucrar a las familias en la educación, mejorando la comunicación padre-hijo y construyendo una alianza familia-escuela por el bienestar de los estudiantes.

Introducción General al Programa PROCRECER

PROCRECER (Programa de Crecimiento Personal, orientado a la prevención del delito y otros vicios) es una iniciativa educativa desarrollada por Fundación AMIMUNDO con el propósito de guiar a niños, niñas, adolescentes y jóvenes en su formación como ciudadanos responsables. A través de este programa, se busca generar las cuatro condiciones básicas para ser adulto: la confianza y seguridad en uno mismo, la capacidad de crear grupos de afecto (y demostrar creatividad), la capacidad de actuar en el mundo que le rodea, y la conciencia de individualidad. Estos pilares del desarrollo personal son fundamentales para que, al llegar a la adultez, el joven alcance la libertad y la felicidad, evitando conductas antisociales o autodestructivas.

Ejecución semanal y entorno familiar: PROCRECER está diseñado para participantes desde 12 años de edad en adelante. Se implementa mediante reuniones semanales en las que cada niño, niña o adolescente trabaja el módulo junto a sus padres, madres, tutores o maestros facilitadores. Sugerimos establecer un día fijo por semana para realizar la reunión familiar o grupal dedicada al programa. En ese encuentro semanal, el joven lee los contenidos del módulo correspondiente, mientras los adultos le explican y refuerzan las ideas clave. Si los participantes son mayores de 18 años, pueden realizar las lecturas y tareas de forma autónoma, con acompañamiento opcional del facilitador en caso de dudas o para profundizar en los temas. En el primer encuentro se acuerda cuál será el día de la semana reservado para PROCRECER; de esta manera se crea una rutina. Si por alguna razón no se pudiera reunir el grupo en la semana prevista, la actividad se retoma el mismo día de la semana siguiente, procurando mantener la continuidad del proceso.

Modo de ejecución y motivación: Es importante que esta actividad formativa esté asociada a un ambiente positivo y motivador para los jóvenes. Se recomienda que, inmediatamente después de cada reunión semanal (que no debería exceder de 1 a 1,5 horas de duración), la familia realice una actividad placentera conjunta: por ejemplo, ir al cine, salir a comer un helado o realizar algún paseo que resulte agradable para los niños o adolescentes. De esta forma, los participantes asocian el programa con una experiencia grata y esperan con entusiasmo la próxima sesión. En cambio, se desalienta enfáticamente que las reuniones de PROCRECER vayan seguidas de discusiones, regaños o castigos; cualquier corrección de conducta habitual debe postergarse para otro momento, evitando que el programa se relacione con algo negativo. La clave está en premiar el esfuerzo y mantener un clima de apoyo, confianza y diálogo durante toda la implementación.

Contenido y estructura del programa: PROCRECER consta de 55 módulos (unidades semanales). Cada módulo introduce actividades que, a corto plazo, moldean positivamente el comportamiento de los participantes y, con la repetición y práctica continua, se incorporan a su forma de ser. A lo largo de todos los módulos, se trabajan consistentemente ciertos tipos de contenidos y ejercicios, que se describen a continuación:

**“Tema” y ejercicio **“Para Crecer”****: Constituyen el núcleo de cada módulo. El Tema es la lección principal o valor a tratar esa semana (por ejemplo, la importancia del ahorro, el respeto, la honestidad, etc.), presentado generalmente con una lectura breve y orientaciones prácticas. El ejercicio Para Crecer es una acción o comportamiento específico que el participante debe practicar continuamente, desde el momento en que se presenta y durante los módulos siguientes, para internalizar el valor asociado. Estas herramientas fomentan los valores humanos necesarios para vivir en comunidad y, con su práctica constante, ayudan a prevenir conductas antisociales, delincuencia o vicios de cualquier tipo. Cada ejercicio Para Crecer busca que el joven salga de su zona de confort: si la tarea le resulta demasiado fácil, es señal de que ese aspecto ya está en buen desarrollo; por el contrario, si le resulta difícil, indica que está logrando un crecimiento personal real al esforzarse, y allí padres y tutores deben prestar especial atención y apoyo.

Actividad Personal (largo plazo): Son proyectos o tareas individuales de larga duración, diseñadas para repetirse a lo largo de 10 módulos consecutivos. Consisten en acciones que benefician de alguna manera el entorno del niño o adolescente (familia, hogar, comunidad) y, al realizarlas, el joven obtiene un sentido de logro, servicio a los demás y elevación de su autoestima. Ejemplos de actividad personal podrían ser: mantener un huerto o jardín, llevar un diario de actitudes positivas, ayudar en tareas domésticas específicas, etc. A lo largo del programa, se propone al participante iniciar y dar seguimiento a varias de estas actividades personales de impacto positivo.

Actividades Grupales (largo plazo): Son ejercicios o proyectos grupales que también se extienden por 10 módulos. Se llevan a cabo con la participación de compañeros (ej. amigos del barrio, compañeros de escuela, miembros de algún club o grupo comunitario). Estas actividades fomentan el trabajo en equipo, el liderazgo positivo y la integración social. Ejemplos pueden incluir: organizar una brigada de limpieza en la comunidad, participar en un club de lectura o deporte, ejecutar un proyecto de voluntariado, etc. La idea es que el participante, junto a otros jóvenes, se involucre en acciones colectivas que refuercen su sentido de pertenencia y responsabilidad social.

Conocimiento: Cada módulo contiene breves ejercicios académicos o de cultura general, pensados para reforzar conocimientos esenciales y habilidades intelectuales. Estas tareas cortas pueden incluir repaso de matemáticas básicas (operaciones, tablas de multiplicar), ejercicios de lectura y vocabulario (búsqueda de sinónimos, lectura de grandes números), preguntas de ciencias o estudios sociales, entre otros. El objetivo es asegurar que el participante adquiera o consolide conocimientos necesarios para “sobrevivir y ser competitivo en su comunidad”, es decir, para desenvolverse mejor en la vida cotidiana y en el ámbito escolar. Los contenidos de esta sección han sido seleccionados por el equipo técnico de AMIMUNDO tomando en cuenta áreas clave de aprendizaje para la vida.

Reflexiones: La mayoría de los módulos incorporan una o varias frases célebres, pensamientos o reflexiones de personajes ilustres (líderes, educadores, figuras históricas) que se relacionan con el tema en cuestión. Estas citas sirven como disparadores para la conversación: los padres o facilitadores explican el contexto o significado de cada frase y luego invitan al joven a dar su propia interpretación u opinión. El diálogo sobre estas reflexiones se realiza en un ambiente de respeto y apertura, donde no se imponen criterios sino que se guía al participante, con explicaciones y buen liderazgo, para que interiorice el mensaje positivo detrás de cada frase. Este ejercicio amplía la perspectiva de los jóvenes, conectándolos con ideas de grandes pensadores y fomentando su pensamiento crítico y sus valores.

Urbanidad (Manual de Carreño): En cada módulo se incluyen fragmentos del clásico Manual de Urbanidad y Buenas Maneras de Manuel Antonio Carreño, texto célebre de orientación sobre comportamiento cortés y civilizado. Usualmente son 4 breves reglas o consejos de urbanidad por módulo. La familia lee juntos estos fragmentos y se anima al participante a practicarlos durante la semana. La enseñanza de la urbanidad es altamente beneficiosa para la vida en sociedad de los niños y adolescentes: al adoptar modales adecuados y mostrar cortesía, los jóvenes ganan seguridad en sí mismos y refuerzan su autoestima. Padres, maestros y tutores supervisarán que los participantes comprendan y apliquen estos principios de buena conducta, cerrando así el círculo de formación en valores que ofrece PROCRECER.

Cada uno de estos elementos –Tema, Para Crecer, Actividad Personal, Actividad Grupal, Conocimiento, Reflexiones y Urbanidad– se entrelaza en la dinámica semanal de PROCRECER. A lo largo de los 55 módulos, se abordan distintos contenidos manteniendo esta estructura, de modo que el participante ejercita continuamente sus valores y habilidades en diferentes contextos. El resultado esperado es un joven más seguro, solidario, informado y respetuoso, capaz de tomar decisiones sanas y de convivir en sociedad



lunes, 9 de junio de 2025

Manuel Gonzalez (Pio), analiza con sus herramientas científicas, el nuevo enfoque terapéutico fundado por el psicólogo barahonero Yorik R. Piña

 

Análisis en profundidad del texto sobre la Terapia Paternal. Enfoque TPD  

Originalidad: El texto propone un modelo terapéutico novedoso al centrarse en la figura paterna como eje correctivo, diferenciándose de enfoques tradicionales que priorizan la neutralidad terapéutica o modelos materno-centrados. Su originalidad radica en:

-La sistematización de la transferencia positiva dirigida como herramienta activa, no como fenómeno a interpretar.

-La integración de roles paternales en la relación terapéutica, con un marco ético definido. 

-La combinación de estrategias clínicas con programas educativos, vinculando terapia y reinserción social.

 Ortografía y estilo de redacción: 

Fortalezas: Lenguaje claro y accesible, con ejemplos concretos. Uso de términos técnicos sin perder fluidez. 

Debilidades: Inconsistencias en siglas.  errores menores ortográficos. Párrafos extensos que podrían segmentarse. 

 *Seguridad sobre su novedad como terapia: El texto fundamenta su innovación en:  1. Bases teóricas como psicoanálisis relacional y teoría del apego. 2. Evidencia empírica de estudios locales y externos. 3. Diferenciación clara de terapias existentes. 

Puntos fuertes: - Enfoque práctico con pilares concretos.  Dualidad preventiva y curativa. - Adaptación a contextos culturales específicos. - Sustento ético claro. 

 Puntos débiles: Algunas generalizaciones sin base científica. Sesgo de género no explorado. - Validación empírica limitada en detalles.  Riesgo de idealizar la figura paterna. 

 La propuesta es innovadora y con potencial, especialmente en contextos vulnerables. Su mayor aporte es humanizar el vínculo terapéutico mediante funciones paternales estructuradas. 

Para consolidarse requiere: Mayor rigor en presentación de evidencia.  Adaptaciones para evitar sesgos. Estudios comparativos con otros modelos. 

La terapia parece prometedora, pero necesita validación empírica sólida y reflexión crítica sobre sus premisas fundamentales.

La TPD representa un paradigma terapéutico emergente que:

Integra el rigor clínico con una sensibilidad cultural profundamente arraigada en las realidades latinoamericanas

Ofrece métricas validadas y objetivas para evaluar el progreso en el desarrollo del apego seguro

Construye un puente operativo entre la psicoterapia contemporánea, la justicia restaurativa juvenil y las políticas públicas en salud mental


domingo, 8 de junio de 2025

Terapia Paternal de Transferencia Positiva Dirigida TPD

 Una propuesta clínica basada en protección emocional, cuidado estructurado y amor paternal dirigido


La obra Terapia Paternal nace de una necesidad profunda y persistente que se ha encontrado a lo largo de años de trabajo con adolescentes: la herida del padre ausente.

 En contextos de abandono, negligencia o simplemente omisión afectiva, muchos jóvenes crecen sin la figura que les brinde dirección, estructura, reconocimiento y contención. El resultado es una generación de adolescentes marcados por el vacío afectivo, la falta de sentido personal, la dificultad para autorregularse y una constante búsqueda muchas veces desesperada de pertenencia.

 Un enfoque diferente

Frente a esta realidad, y tomando como referencia histórica modelos como la Terapia Maternal de Gilbestard y Duker en pacientes esquizofrénicos, se propone un camino diferente: la Terapia Paternal de Transferencia Positiva Dirigida (TPD). Un enfoque clínico innovador, ético y profundamente humano, que consiste en asumir conscientemente la función paterna dentro del vínculo terapéutico, no solo desde la interpretación, sino desde la presencia emocional, estructurante y afectiva del terapeuta.

En este modelo, la transferencia positiva no se evita ni se neutraliza. Se canaliza de manera dirigida y terapéutica, ofreciendo al adolescente una experiencia emocional correctiva, en la que el terapeuta actúa como una figura paterna suficiente. No para reemplazar al padre biológico, sino para encarnar, modelar e instalar en el paciente la función protectora, firme, valorativa y afectuosa que un padre debería ofrecer.

 La base del tratamiento se sostiene sobre cuatro pilares fundamentales, que estructuran lo que denominamos Protección Paterna Terapéutica 

1.    Tiempo en calidad, como muestra de presencia real y emocional.

2.    Esfuerzo, para que el paciente perciba que es valioso y digno de dedicación.

3.    Cuidado, expresado en guía hacia actividades que desarrollen valores, disciplina y sentido.

4.    Afecto de amor paternal, que afirma y sostiene, sin condiciones.

 Cada uno de estos elementos no es decorativo, sino clínicamente intencionado y estratégicamente integrado. Su objetivo es ayudar al adolescente a internalizar una figura paterna funcional, desarrollar identidad, autorregulación emocional, sentido del deber, y capacidad de separarse sanamente para madurar.

Esta obra recoge los fundamentos teóricos, la experiencia práctica acumulada durante años de aplicación, casos clínicos, técnicas y propuestas formativas para que otros profesionales puedan replicar, adaptar o expandir este enfoque en sus contextos terapéuticos.

La intención no es teorizar por teorizar. Es dar herramientas reales para sanar heridas reales, desde una clínica ética, comprometida y afectiva. Porque muchos adolescentes no necesitan solo ser escuchados: necesitan ser protegidos, cuidados y afirmados. Como lo haría un padre que sí está.

El Enfoque TPD

Con los años de aplicación clínica, observación y resultados sostenidos, se ha podido sistematizar lo que inicialmente fue una intuición terapéutica y es la necesidad profunda de muchos adolescentes de experimentar la función paterna dentro del vínculo terapéutico. Esta obra, Terapia Paternal, recoge esa experiencia pionera, y en el presente se le ha dado forma estructural al enfoque, que he denominado "Terapia Paternal de Transferencia Positiva Dirigida TPD.

Este modelo se basa en una premisa clínica fundamental, cuando la figura paterna ha estado ausente o ha fallado, el terapeuta puede y debe, dentro de los marcos éticos adecuados, ejercer una función de protección, guía, validación y afecto estructurante, como lo haría un padre amoroso y funcional. No se trata de una actuación, sino de una presencia emocional terapéutica real que el adolescente puede sentir, reconocer e internalizar. 

La TPPD se estructura sobre cuatro pilares de protección paternal terapéutica:

Tiempo en calidad. Presencia emocional real y sostenida.

Esfuerzo. El paciente percibe que el terapeuta invierte energía por él.

Cuidado estructurado. Actividades, disciplina, límites con afecto.

Amor paternal terapéutico. Aceptación firme, afectuosa y constante.

 

Esta función paterna se vive en el espacio terapéutico como un proceso correctivo emocional, que permite al paciente integrar dentro de sí una voz paternal saludable, desarrollar autorregulación, sentido de valor, y autonomía.

 Se espera que esta conceptualización formal del modelo sirva para fortalecer el aporte ya contenido en Terapia Paternal, y que inspire a otros terapeutas a incorporar en sus prácticas esta dimensión tan humana y transformadora de la clínica: proteger, cuidar y afirmar como un padre que sí está presente.

 La Terapia Paternal es un tratamiento preventivo y curativo, con un enfoque TPPD, que se aplica a un grupo etario determinado.

Es una herramienta preventiva, cuando se administra a adolescentes y jóvenes que aún no han caído en las redes del delito y los vicios, y sugiere actividades formativas en el “Programa de Crecimiento Personal o de Salud Mental” (PROCRECER) que aparece íntegramente, en la obra “Delincuencia, Drogas ¿Y Ahora Qué?” Así como, de una manera virtual, en el sitio web https://amimundo.org/procrecer.html

Es curativa cuando trata comportamientos inadecuados en adolescentes y jóvenes, entre 10 y 20 años de edad y se aplica en el “Programa de Formación Para Jóvenes Traviesos”, así como en el “Sistema Monitorial”, método educativo que funcionó, durante 20 años, en Barahona y el Distrito Nacional, en la República Dominicana.

El fundamento de esta terapia es la relación afectiva entre el terapeuta y el cliente. La protección adecuada es el soporte de este tratamiento de modificación conductual.

Su marco teórico está basado en la modificación de los comportamientos que se pudieran generar en los adolescentes y jóvenes, según el estudio efectuado en el “Centro de Corrección de Menores de Najayo”, cuyos resultados se incluyen en esta obra, así como en el estudio efectuado por María Calvo Charro, de la Universidad de Harvard, en 2015.

El objetivo de esta herramienta es modificar conductas desadaptativas en adolescentes y jóvenes, sobre todo, cuando la ausencia del padre es habitual e impiden su crecimiento personal para el logro de una adultez sana y, de esta manera, desempeñar su papel en la comunidad.

Estos objetivos están relacionados con la reducción de los síntomas, el desarrollo de habilidades, la mejora de las relaciones interpersonales, el aumento de la autoestima y la protección.

La terapia se lleva a cabo a través de una relación profesional y ética entre el terapeuta y el joven “travieso”, fundamentada en empatía y confianza mutua.

El terapeuta brinda, además, un ambiente seguro y de apoyo para que el individuo explore sus dificultades y trabaje hacia el cambio. Incluye encuentros quincenales o mensuales, evaluaciones de personalidad, proyectivas, de inteligencia y orientación vocacional.

Las técnicas y estrategias a utilizar ayudan en el aprendizaje de nuevas habilidades, el cambio de patrones de comportamiento disfuncionales; así como el crecimiento personal para el logro de la adultez y la resolución de conflictos internos o interpersonales.

El “Programa de Formación en Valores para Jóvenes Traviesos”, en donde se aplica la Terapia Paternal, tiene una duración de un año por cada una de sus etapas, aunque puede variar según las necesidades individuales.

Las sesiones se programan regularmente y se establece una frecuencia adecuada para mantener el progreso terapéutico.

A lo largo del tratamiento, se evalúa el progreso del adolescente y se realiza una revisión periódica de los objetivos y la efectividad de las intervenciones. Esto permite ajustar el enfoque terapéutico según sea necesario y asegurar que esté siendo beneficioso para el joven “travieso”. Este tratamiento para adolescentes y jóvenes de hogares monoparentales, ha sido validado por el estudio de casos, durante más de 50 años, examinando el progreso de los individuos que lo han recibido.

La Terapia Paternal es una herramienta desarrollada por el autor, basada en observaciones sobre el comportamiento de niños, adolescentes y jóvenes en el hogar, en la escuela y en el entorno . Es curativa cuando se enfoca en aquellos que muestran conductas desadaptativas, así como su proclividad al delito, consumo de sustancias psicotrópicas, uso de váper, cigarrillos electrónicos y otros vicios, por una formación inadecuada o falta de la presencia del padre.

La terapia se construye sobre tres elementos principales: la confianza, el fortalecimiento de la estima personal y la protección brindada por el terapeuta como figura paternal. La confianza se establece en la primera etapa del programa, fomentando una amistad sincera entre el terapeuta y el individuo. El fortalecimiento de la estima personal se logra a través de ejercicios y actividades que promueven el crecimiento mental y la participación en actividades positivas.

La protección es un aspecto crucial de este tratamiento y se enfoca en brindar seguridad al adolescente. Se destacan cuatro componentes de la protección: oferta de tiempo en calidad, oferta de esfuerzo para satisfacer necesidades, cuidado (disciplina de las consecuencias) y oferta de afecto de amor. Estos elementos permiten crear un ambiente seguro y afectuoso para los adolescentes y jóvenes, fomentando su desarrollo emocional y su bienestar general.

La terapia paternal se considera, especialmente efectiva para adolescentes diagnosticados con  trastorno de la conducta o disocial, y jóvenes con trastorno antisocial de personalidad (psicopatía).

Se ha observado que, cuando se sienten protegidos, responden de manera positiva a diferentes técnicas de modificación de conducta.

Para garantizar el éxito de la terapia, se resalta la importancia de ofrecer, a los niños y jóvenes, un cuidado integral que incluya educación, salud, recreación adecuada, valores y el sentimiento de ser amados.

 Se destaca que el amor se desarrolla a lo largo de la formación. Solo los adultos son capaces de amar, mientras que los niños y adolescentes necesitan protección y satisfacción de sus necesidades.

 Así tratados, experimentan un gozo que, poco a poco, se convierte en afecto de amor, al llegar a la edad adulta.

La implementación de la terapia paternal puede contribuir a formar individuos sanos, seguros de sí mismos, capaces de relacionarse de manera asertiva, empática y de amar a los demás. Su aplicación adecuada en instituciones y programas formativos puede tener un impacto positivo en el bienestar de los jóvenes y en el desarrollo de la sociedad en general.

Educar y reeducar

Se educa, desde la niñez, a través de las tres agencias de formación del niño: el hogar, la escuela y el entorno, en todas sus variables (vecindario, clubes, iglesias, instituciones, hidrografía, orografía, tradiciones, estatus económico, grado académico, cosmovisión religiosa y sexual, estructura familiar, políticas de Estado, clima, hacinamiento, etc.).

Se reeduca a quienes, por una razón u otra, las agencias formativas que se ocuparon de esa tarea, lo hicieron de una manera inadecuada por lo que, la persona víctima de esa formación incorrecta en el hogar, podría sufrir las consecuencias, quizás para toda la vida.

En otras palabras, se educa, desde la infancia y la niñez. Se reeduca a quien ha recibido una fomación inadecuada.

 Ignorancia o mala formación académica

Una de las razones más frecuentes de la formación inadecuada de niños y adolescentes es la ignorancia de los padres y maestros del tratamiento correcto para esos fines. Nadie puede dar lo que no tiene. La mayor responsabilidad es de la escuela. El personal docente recibe adiestramiento en las universidades, los padres no.

 Los hogares disfuncionales, maestros sin vocación o mal pagados, son el escenario ideal para una formación inapropiada de niños, adolescentes y jóvenes. La mayoría de los padres y madres, en los hogares disfuncionales, no han tenido la oportunidad de acceder al conocimiento de los métodos convenientes para educar a sus hijos.

En muchos casos aquellos, (los padres), recibieron abusos o malos tratos, por ignorancia o por conflictos no resueltos de sus padres y maestros.

 Ausencia del padre

Otra razón, mucho más grave, es la ausencia del padre en el hogar. El autor de esta obra está aplicando este programa a decenas de adolescentes y jóvenes. En la mayoría de los casos, la ausencia del padre es la norma.  Once de los inscritos en el programa, nunca han delinquido ni han consumido drogas. Son jóvenes sanos y, muchos de ellos, estudiantes ejemplares; pero no tienen una figura paternal que les indique las normas del hogar a seguir. Esto los hace potenciales problemas para la sociedad.

En la terapia paternal, por lo expuesto anteriormente, se resuelve este problema presentándo una figura paternal ortodoxa y, más adelante, la figura paternal ideal. Aquella se irá sustituyendo, según avanza el tratamiento, en una figura paternal ideal.

La figura paternal tradicional exige obediencia y tiene la última palabra. La figura paternal ideal reflexiona con el adolescente lo que más conviene para su formación. La transformación se va dando a través de los valores que se insertan paulatinamente, en la manera de ser, en su personalidad.

 Como ya se ha dicho, esta herramienta preventiva y curativa es para ofrecer una formación en valores para jóvenes traviesos a unos y modificar conductas desadaptativas a otros. El método es diferente, aunque algunas herramientas son útiles para lo uno y para lo otro.

Al tiempo que el adolescente aprende a tener confianza en sí mismo, accionar en el mundo que le rodea, desempeñando un papel en la comunidad; pertenecer a grupos de afecto y demostrar creatividad, ser honesto, responsable, leal, generoso, empático y asertivo, no tolerará imposiciones.

 El Conductor debe estar alerta sobre los cambios que se van exhibiendo en los jóvenes e ir adaptando su trato, según las conductas observables que indiquen avances en su crecimiento personal.

 No es posible insertar valores, sin ir transformando la figura paternal tradicional en la ideal. De otra manera no se logrará el objetivo deseado que es la adultez del individuo.

 Los valores se van insertando al carácter, haciendo práctica de estos, no con la simple definición. Se consiguen con actividades para el logro de la adultez que es el fundamento del más importante objetivo de esta herramienta preventiva y curativa.

 El Programa termina cuando el joven “travieso” ha logrado las condiciones básicas para ser adulto, ha finalizado una carrera universitaria o técnica, ha aprendido un oficio o se ha iniciado, y se mantiene con éxito en el mundo de los negocios, es decir, se ha insertado como ente productivo en su comunidad.