Por: Tomás Aquino Méndez
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Tomás Aquino Méndez |
Desde que se comenzó a hablar de la presa de Monte Grande entendí que era un proyecto a largo plazo. Cuando en el período de gobierno de Salvador Jorge Blanco (QEPD, 1982-1986), se habló de los estudios de la obra y de la integración a la producción de más de 700 mil tareas, incluidas las tierras de El Salado de Neyba, asumí la defensa de ese proyecto; lo ví como un aporte de gran trascendencia al desarrollo de la región.
Al escuchar el anuncio de la entrega de U$40 millones supe que era parte de los recursos para echar adelante el proyecto.
Por eso no asimilo la supuesta confusión por el anuncio. Me sorprendieron las informaciones procedentes de la región diciendo que esos recursos no eran para Monte Grande. Les dije a quienes me informaron que esa era una falsa apreciación, que esos sí eran recursos para esa obra y que la misma no podía verse solo en la zona para el almacenamiento del agua, sino un conjunto de obras.
Aun así quise abrevar en la fuente original: llamé al INDRHI y requerí detalles. Por más de 10 años he escrito sobre Monte Grande, su necesidad y su urgencia. Hoy no puedo silenciar nada que se crea irregular.
La explicación del INDRHI me satisfizo. Monte Grande es un complejo de obras que no se detendrá. No se pueden comenzar todas al mismo tiempo y una sin la otra no tiene sentido. El director del INDRHI reitera que Danilo Medina va a inaugurar la obra en el 2016, yo, le creo.
Confío en Danilo y sé que su lema de ¡Manos a la obra! se va a cumplir con los hombres y mujeres del Suroeste. Dejemos de llevar confusión o anteponer intereses particulares al interés colectivo. Juntemos esfuerzos, oraciones y vigilancia para que Monte Grande sea la realidad que esperamos. No más mensajes confusos.
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