martes, 1 de febrero de 2011

Escotomas: Visión limitada.



Cortesía de Eladio Uribe, Central Romana, La Romana.


LA COLUMNA DE GERMÁN RETANA


Germán Retana
Por: GERMAN RETANA
Ph. D. en Administración con énfasis en Organización, 
University of Southern California;
Master en Administración Pública, University of Southern California; 
Master en Administración de Empresas, INCAE. 
Profesor pleno del INCAE 
y consultor privado en las áreas de 
Planeamiento Estratégico, 
Organización y Liderazgo. 
Ha sido profesor visitante en Europa, Japón, China, 
Corea del Sur, Israel
 y la mayoría de los países de América. 
German.retana@incae.edu


"¿Cómo es posible que yo no haya visto eso? ¡Lo tuve al frente todo el tiempo! ¿Qué me pasó?" Le ocurrió algo muy común: tuvo una visión parcial de las cosas. Simplemente vio lo que quiso ver y evadió lo que no le convenía; negó la presencia de datos, realidades, ideas o personas que su mente temió o no quería aceptar.

Desde la oftalmología, un escotoma es una pérdida parcial del campo visual, permanente o temporal, que impide captar áreas de la totalidad que se tiene al frente. Quien lo padece desarrolla zonas oscuras que le obstaculizan enfocar en forma completa sus objetivos. Los psicoanalistas, por su parte, se refieren con este término a la conducta de obviar realidades que ponen en conflicto a las personas con sus propios paradigmas o creencias. Esto conduce a negar hechos, distorsionar verdades y postergar la urgencia de cambiar.

Las personas y las organizaciones establecen paulatinamente un código de convicciones que rige sus comportamientos. Si la apertura a nuevas ideas y el cuestionamiento riguroso de las propias, forma parte de ese código, el crecimiento será ilimitado. Si, por el contrario, la pasión sobrepasa la razón y la emoción al análisis, se cae en el riesgo de encerrar el pensamiento en cuatro estrechas paredes. En política, por ejemplo, es común observar ciudadanos que perdonan errores garrafales a sus elegidos, con tal de no reconocer que votaron equivocadamente por ellos.    

Jim Collins sugiere que hay organizaciones poderosas que caen estrepitosamente porque despiertan una gran arrogancia por sus éxitos. Ésta actitud les lleva a desordenarse en su desarrollo porque al creerse infalibles, incursionan en todo aquello que les proporciona satisfacciones a su ego, lo cual enreda su futuro. No obstante, son tan "escatómicas" que no se percatan del riesgo circundante y aniquilan la autocrítica, pese a los problemas que comienzan a surgir, pero que sus dirigentes niegan ser causados por sus propias decisiones.

En sentido inverso, una persona también podría no percatarse de su gran potencial para alcanzar éxitos superiores y quedarse anclada a la idea de que ya no puede surgir más, que ha llegado a su tope. La falta de una visión más completa de sí misma le limita tanto su ambición como la conciencia de sus talentos no desarrollados y, por lo tanto, se resigna a lo ya logrado.

En un verdadero equipo se estimula a todos sus miembros para que expresen cómo ven la realidad. En esa forma compararán criterios, complementarán visiones, y cuestionarán incluso el origen y las consecuencias de sus códigos mentales. Al erradicar los escotomas se rompen los límites, se derrumban las barreras y se cambia la expresión recriminatoria de no haber visto algo antes por la que dice ¡Esto no es todo lo que podemos lograr, vamos por más! 

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