Por Luis Matos
Una
realidad que vivimos día por día, el Barahona de ayer se nos fue de las manos
por la necesidad de emigrar en busca de una mejor salida a las condiciones que
nos daba macondo.
En nuestro Barahona de ayer, las necesidades económicas y la
poca fuente de producción obligaban a los jóvenes del momento a terminar el bachillerato
y enfocarse a una nueva vida de exploración en el centro de la nación {capital}
donde era una obligación, si de verdad tenía la determinación de adquirir
conocimientos académicos, ya que no teníamos en la provincia un centro de alta
educación y se nos hacía obligatorio la emigración hacia la única posibilidad
de estudio y superación: la UASD.
Ahí recibíamos la formación como
hombres de bien; pero Barahona perdía un hijo desarrollista por no garantizarle
una plaza de trabajo, al concluir sus estudios académicos. Como anécdota puedo
decir que fue tanto los que perdimos que hace unos diez años, estando junto al
Dr. Edgar A feliz Méndez, en una mañana cualquiera de visita en un local, nos
encontramos con unos de los prominentes doctores de la República Dominicana,
nacido y criado en Barahona, hijo del odontólogo Lembert, unos de los hombres
que amaba esta patria chica, y el Dr. Edgar le preguntó por Barahona y su
repuesta fue muy negativa. En ese entonces el acababa de regresar de Cuba donde
había concluido una especialidad del corazón, pero no tenía interés alguno en
prestar sus servicio en su natal Barahona. Entendiendo su posición me pregunté
si esto era los que nos esperaba. Perdíamos el interés de regresar a donde la
vida nos ofertó tanta felicidad de infancia y después que superamos los
estándares académicos no teníamos ninguna posibilidad de retorno debido a la
falta de crecimiento de la región.
De la misma manera encontramos
cientos de barahoneros que expresan las mismas necesidades de nuestro macondo y
comprendiendo sus exposiciones de sacrificio, de estudio y preparación para no
poder ni siquiera vivir decentemente en su provincia natal.
El Barahona que vivimos hoy es un
Barahona desconocido y sin garantías, que ahuyenta, más aun, a los barahoneros que un día disfrutaron de
libertad y hermandad en el pueblo que le brindo una infancia feliz, pero que
hoy no le garantiza ni siquiera la paz de compartir con los viejos amigos y pone
en peligro lo más preciado del ser humano: la propia vida, lo que nos coloca
más distante aun del Barahona de ayer.
Esto nos coloca en una posición de
alejamiento a un retorno de pensar en proyectos desarrollistas de la provincia, negándole a
Barahona las posibilidades de tener los médicos que necesitamos para
atender un hospital de
traumatología, especialistas en cáncer,
especialistas en todos las ramas de la medicina como acontece en los países
desarrollados, en donde el índice de mortalidad es muy bajo
Estando en una nación donde el dinero
es abundante como se ha demostrado, se debe estar pensando en un hospital para
una región o debería de proyectarse un hospital para cada provincia y así tener
seguridad médica, garantía y seguridad ciudadana.
Al referirme a construir un Barahona
mejor es con los aportes de todo el conglomerado social que se desarrolla en la
región o provincias que la conforman. El trabajo que se está ejecutando, sin
aporte de las autoridades locales y mucho menos estatales, en Barahona bajo la
dirección de Yorik Pina y Barahona 3, tiene como principio la reeducación de
los jóvenes que exhiben conductas desadaptativas o inapropiadas, indeseables y
la inserción a una posibilidad de ser hombres de bien a la sociedad y la
nación.
Solo como estamos nos será muy cuesta
arriba lograr lo que queremos. Necesitamos de la ciudadanía y el apoyo de los empresarios
para poder aplicar con eficacia el programa de reeducación para jóvenes traviesos, con el fin de lograr el
Barahona que todos queremos, el Barahona romántico lleno de paz y hermandad,
donde nuestros jóvenes se enfoquen más en la competencia deportiva que en delincuencia, por adquirir nombre lleno de
falsedades, que la moral y cívica tenga el impacto que dio a los del Barahona
de ayer, y así tener la paz de una
nación con luz propia, donde la esperanza no sea desvanecida por jóvenes que no
cren en la sociedad donde se desarrollan, que las necesidades no sean tan
abismales y les lleve a delinquir. Siempre será mejor prevenir que condenar. Nuestra sociedad está enfocada en condenar
antes que prevenir con sistemas y políticas de Estado que no han dado en el
clavo para siquiera aliviar los males que nos aquejan desde hace décadas.