Por: Venecia Joaquin
Estos
tiempos depresivos a nivel global traen a la memoria que el reputado
economista y académico estadounidense Jeffrey D. Sachs publicó el 4 de
septiembre del 2001 un interesante y comentado artículo en la prensa
internacional con el sugestivo título de “La economía de
la felicidad”, cuya premisa pesimista de que vamos “por el camino
equivocado” mantiene una vigencia alarmante en todos los países del
planeta, excepto en el reino de Bután, en el Himalaya.
Hace poco más de un
año decenas de expertos se reunieron en la capital de Bután, Thimphu,
para analizar la experiencia del país, tras una declaración de la
Asamblea General de Naciones Unidas -organismo del que Sachs es asesor
especial para los Objetivos de Desarrollo del Milenio- que instó a los
países a examinar de qué manera las políticas nacionales pueden promover
la felicidad en sus sociedades.
Y este bello reino montañoso fue la sede de este cónclave porque hace 40 años el joven y flamante cuarto rey de Bután decidió que
este debía perseguir la "felicidad nacional bruta" (FNB) en lugar del producto interno bruto (PIB).
“Desde entonces, ha experimentado una estrategia alternativa y
holística para el desarrollo que hace hincapié no solo en el crecimiento
económico, sino también en la cultura, la salud mental, la compasión y
la comunidad”.
A
continuación resumiremos las conclusiones iniciales a las que Sachs y
otros expertos arribaron en aquel paraíso terrenal. La primera es que
nunca se debe denigrar el progreso económico porque la gente sufre
cuando tiene hambre, carece de sus necesidades básicas y no tiene un
empleodigno: “el desarrollo económico que alivia la pobreza es un paso
vital para fomentar la felicidad”. La segunda que la búsqueda incesante
por incrementar el PIB sin tener en cuenta otros objetivos produce
desigualdades en materia de
riqueza.
La
tercera es no somos felices si se nos niegan nuestras necesidades
elementales, pero tampoco lo somos si la búsqueda de mayores ingresos
para que los niveles de vida aumenten reemplaza nuestra dedicación a la
familia, los amigos, la comunidad, la compasión y al equilibrio interno.
La cuarta es que el capitalismo global está destruyendo el medio
ambiente natural, debilitando la estabilidad mental, aumentando la
depresión clínica y creando adicciones de consumo queimplican grandes
costes para la salud pública: un tiempo excesivo frente altelevisor,
apuestas, consumo de drogas y de comida rápida, tabaquismo y
alcoholismo.
La
quinta conclusión a la que llegaron los expertos reunidos en Thimphu es
la importancia de “volver
a considerar los motivos básicos de la felicidad en nuestra vida
económica”, en virtud de que “La búsqueda implacable de mayores ingresos
está conduciendo a una desigualdad y a una ansiedad sin precedentes, y
no a una mayor felicidad y satisfacción en la vida”. Así, “la búsqueda
demencial de ganancias empresariales” amenaza la sostenibilidad
ambiental y los valores de la solidaridad y la honestidad que se
necesitan para generar confianza social. A pesar de que para Séneca “la
felicidad es no necesitarla”, me pregunto cuánto ha decrecido la FNB de
nuestro país en los últimos años de crecimiento del PIB.
Si nuestros gobernantes voltearan la vista a este proyecto de lograr que los ciudadanos que votaron por ellos para administrar el estado sean más felices, la gran mayoría del pueblo buscara su reelección, aun tuvieran que cambiar la constitución y cuantas leyes se metan en el camino.
ResponderEliminarDefinitivamente, el ser humano, desde que nace, inicia una carrera, a sabiendas o no, con controles o sin ellos, hacia la felicidad.
El ser humano lo único que quiere es ser feliz!!!
El problema es que los que nos han gobernado en los último 50 años, han entendido que ascienden al poder a ser felices ellos y sus allegados, a costas del sufrimiento de las grandes mayorías nacionales (los más pobres).
Cuando será que lo entiendan?