Por: Héctor Rafelín Cuello...
Pasé mi niñez en los años sesenta y los días de mi juventud en los setenta y ochenta. En aquellos años las cosas eran muy diferentes a como se vive ahora. Los muchachos teníamos que respetar a los mayores y a los demás niños, so pena de sufrir las consecuencias. El crimen era mínimo, ir a la iglesia era una obligación impuesta por nuestros padres y abuelos, el deporte era como una religión. Se mandaban los niños a un taller para aprender un oficio. Yo "lavé tuercas" en el taller de mecánica de Don Yerí, en la parte baja de la calle Mella.
A continuación les brindaré una lista de las cosas con las que se crió mi generación:
Yo me desayunaba con huevos frescos, puestos por las gallinas que mi abuela Reyita tenía en el patio, con pan acabado de hornear en la panadería de Don Bastianito Guilliani y leche de las vacas que tenía mi tío, Rafael Cuello (Fello), en el potrero de mi abuela que estaba en la cabeza del río Birán.
Yo solía comer pan de gloria, pan de batata, pan de maíz, pan de "cuatro tetas" y bobotes, jicacos (dulces de caramelo y coco), pasteles en hojas, rocones, maní tostado, maíz salcochados, dulces de leche, coco y guineo, y tomaba agua de la llave sin temor a enfermarme.
Comí quipes donde Paisolo, Natilla donde Felipe, bizcochos y pastelitos de ciruela y guayaba donde Julián El Chino; tomé mabí en la octava avenida del Batey Central; comí sándwich y leche batida en la barra de Negrito, en la calle Padre Billini esquina Sánchez; visité la cafetería de Don Teté Cuello; pude comer en la fonda de Delfa, en la calle Jaime Mota frente al Parque Central; comí torrejas y bollitos de harina de maíz y yuca en la fritura de La Reyna, en el parque de los Sueros. También degusté los frío-frío de Pantaleón, quién vendía sus delicias en el estadio Nadin J. Hazoury.
Tomé cerveza los domingos en las mañanas en el restaurante Jaime. Bailé en la Bahía los domingos en las tardes; conocí el bar Danubio Azul, que estaba frente al Ingenio Barahona y donde le fiaban a los empleados del ingenio y sus hijos; también bailé y bebí en las boíte del restaurante El Flamingo y la del hotel Guarocuya; disfruté del piano bar del hotel Guarocuya y de su patio español; participé en fiestas en el Centro Cirio Libanés. Gocé un montón en las fiestas que hacía el hermano Kimo en su casa en diciembre. Disfruté mucho de los pasadías bailables que se hacían en la playa Saladillas los domingos, allí se bailaba, se bebía, comía y se bañaba uno en la playa sin ningún temor.
Me bañé en el muelle, en la playa Casita Blanca, Punta Inglesa, Palito Seco, en esta última solíamos nadar hasta el mangle, en Saladillas, Río Caño y Playa Azul, en ésta el señor Mamén Castillo hizo un trampolín de madera desde donde uno se podía lanzar al agua limpia, cristalina y azul. Me bañé en la cabeza del río Birán, donde había un baño para mujeres y otro para hombres. Me llegué a bañar en el Chorrerón y otros baños del río Birán, en esos tiempos el río no estaba contaminado.
Me recorté en la barbería de Don Herminio, en la calle Padre Billini # 28, luego en la de Romeo, en la calle Apolinar Perdomo y a domicilio con José María Peláez. Me mandaron a hacer pantalones donde Rafael Arias (Fello El Sastre) y donde Urí Mercado. Compré ropa donde Ción y en la tienda El Encanto. Me compraron cortes de tela y zapatos donde "El Tigre" Melgen, en la calle Padre Billini.
Compré medicinas en la farmacia Mi Botica de Don Abraham Risk, la cual estaba frente al Parque Central, en la calle Padre Billini. También compré en la farmacia Méndez, de Don Antonio Méndez (EPD), en la calle María Montez esquina Jaime Mota. Pude ver y visitar la ferretería China. Conocí la fabrica de blocks Lilly, cuando se inició en la calle Jaime Mota, y la fabrica de blocks de los Patnella, en la parte baja de la calle Uruguay esquina Malecón.
Viajé a la capital en los "tubos" y taxis de Don Amable Victoriá. También lo hice en los carros de la Linea Estrella Blanca y en los autobuses de La Experiencia. También lo hice con Héctor María, en su Chevrolet Impala del 1963, siempre impecablemente limpio. Viajé a Neiba, cuando se hacía en los jeep Land Rover.
Participé de las procesiones que hacía la Iglesia Católica y Doña Luciana Peláez, esta última al Cristo de Limpias. Presencié las procesiones y las fiestas de palos en honor a San Miguel que hacía Doña Maricusa. Fui apóstol en la obra de teatro "La Pasión y Muerte de Cristo", que organizó el profesor Yorik Piña en el colegio Divina Pastora.
En las fiestas patrias y patronales gocé con las competencias de palo encebao, las cuales siempre ganaba Diablo Viejo, las carreras de sacos y las competencias de nadadores cruzando del muelle al cayo. Las carreras de motores entre Chavelo y Cucusito.
Tuve la gran oportunidad de ver jugar béisbol a Francisco Féliz (Don Panchito Boché), Leonídas Féliz (Don Budí), José Cabrera (Don Cacata Cabrera), Oscar Matos, Raymond Vólquez, Antonio Milcíades Vólquez (Don Micho), Alboth James, Gustavo Philip, Picho Padilla, Iván Cuello, Wilson Contreras, Joven Michel, Ramón Dandrade (Chita), entre muchos otros. Jugué y vi jugar baloncesto a Carlos González, Joselo El Mellero, Iván Vólquez, Macarito, Tigá, Luís García (Luís Boquita), Rafael Flores (Petaca), Ramoncito El Cien, etc. Practiqué Karate con Arturo Féliz (Pichipén) y vi practicar a José Luís Rámirez (Borola) y Suro. Jugué ajedrez con Modesto, Chiquitico, Alejandro, Deysi, entre otros.
Tuve la dicha y el honor de conocer a gente como: Don Socrates Lagares (Sopito), Don Jacobo Lama, Manuel A. Leonor (Don Lico El Cafetero), Manuel María Castillo (Don Mamén), Nabij Khoury, Américo Melo, Teseo Ramírez, Amador Pons, Antonio Valerio (Figurín), Yoshio Kawara (japones que sembraba árboles en todo el pueblo), Celeste Hamilton, Dominga Sanlate, Altagracia Suero (Doña Sara), Carmen Sánchez, Josefa Matos (Josefita), Alejandro Lebrault, Virgilio Peláez, Pedro A. Vargas, Rafael Franco (Don Elino), Luís Antonio Arias, Luís Sánchez, José Andino (Boché), Yorik Piña, el padre César Córdoba, Braudilio Cabrera (Don Balilo), Narciso Suberví (Don Timoshenko), Carlos Ballats, Abraham Risk, José Cavallo (Don Pepe), Carlos Castillo, Rafael Trinidad, Francisco Román (Don Niño), Antonio Méndez, Matías Ramírez (Matiíta), Ángel Augusto Suero (Don Negro), Carlos Lassís, Euriol Rodríguez (Oriol), Nora González, Betsayda Burroughs, entre muchos otros que escapan a mi mente en este momento.
Esta es la primera parte de una serie que pensamos publicar. Si ustedes tienen un lugar o persona que quieran incluir en estas publicaciones pueden enviármela por este medio o a mi correo electrónico. Definitivamente que los tiempos en que nací y me desarrollé fueron mejores que los actuales, había respeto a los demás; la educación, los deportes y la sociedad en general eran mucho mejor que ahora. Aquellos tiempos eramos dirigidos y educados por personas honorables, que perseguían el bien común y no beneficios personales en perjuicio de nuestra amada Barahona. Este escrito es un humilde homenaje a aquellos hombres y mujeres que lo dieron todo por su pueblo, sobre todo a una época que, indudablemente, fue mil veces mejor que la actual.
Don lico era el abuelo de mi padre
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