Por
Carlos J. Diaz Gómez
Desde hace un tiempo, llegue a la
conclusión que para no querer ver, solo hay que hacerse el pendejo y que para
ver, solo hay que abrir los ojos.
Les
digo esto pues muchos de ustedes que comparten la red social Facebook con un
servidor se dieron cuenta que estuve por unos días en la isla de Saint Domingue
(antes de la fusión, Republica Dominicana) y allí fueron muchas las cosas que
decidí ver.
Aclaro
que no me refiero a los "moles" que tienen al dominicano pensando que
son desarrollados, ni tampoco de las majestuosas discotecas capitalinas, llenas
de gente decente, tigueres y chapiadoras.
Bueno para
no cansarlos, la cámara lo vio así:
EL
GUARDIA
No
bien dejaba atrás el aeropuerto de Peña cuando la lucecita mas odiada por mi
cartera se prendió. Carajo! grite a todo pulmón. Hay que echar gasolina y, como
siempre, en el debate mental entre pararme o no, la visualización de un viajero
y su esposa "arrempujando" un vehiculo me hizo ceder rápidamente a
los deseos sedientos de este caprichoso tirano.
Ya en la estación de combustible,
conocida en el bajo mundo como "la bomba", me tocó estar,
exactamente, al lado de un hombre y su motor, mientras el bombero y yo buscamos
como abrir la boca del estomago de la fiera alquilada, este señor se nos acerco
y con la astucia adquirida en mas de veinte años en la milicia, en dos segundos
la abrió.
Era él un primer teniente, obviamente
había llegado a su rango por su largo tiempo de penurias, pues en su rostro
afable y tez india también se reflejaba el hambre, mientras la bestia llenaba
su estomago el miraba los numeritos y pensaba en cuanta comida podía llevar a su casa con los mas de $2000
que yo le había ofrendado a mi amo.
Al
fin no aguantó mas y me dijo:"jefe, me puedes regalar un galón de
gasolina?" yo, que una ves lleve un uniforme parecido al de él,
inmediatamente cedí a sus deseos, solo que le pedí al bombero que le llenara el
tanque a su motor. Eso causó que al teniente se le aguaran los ojos. Me dijo en
voz entre cortada: "tu no sabes lo que siente un hombre al tener que
pedirle a otro hombre", eso me rompió el alma, pues yo sabia por la razón
que el pedía.
Lo
hacia porque es un hombre serio, no atraca, no escolta drogas, no protege sus
puntos a través de peajes, no alquila su pistola a delincuentes, no para a los
ciudadanos en los chequeos nocturnos para chantajearlos. Por eso pedía, por
pendejo, por serio, cuantos como el hacen falta en esta patria de Duarte. Él es
Duarte!
Después
de un abrazo, con su gasolina y $200 pesos que le regale, se fue. Cuando me
monte en mi vehículo, mi esposa que había presenciado nuestra conversación
estaba al borde de llorar, yo
aturdido, empecé a salir de aquella bomba que me había dado más que lo que
había ido a buscar.
Me hizo abrir los ojos y ver. Ver
nuestra realidad. Que mientras unos ganan millones al mes por mantener el
cambio del dólar a 45 y otras sanguijuelas charlatanas con corbatas, de todos
los colores, comen manjares en su congreso, a este in feliz su seriedad lo castiga.
Que
sorpresa la mía! Desde que Salí a la carretera, al primero que vi fue al
guardia menta’o, pero esta vez en su jeepeta de dos ruedas. Estaban
su mujer y sus dos niñas. Los cuatro, al vernos, nos saludaron agitando
frenéticamente sus manos. Lo hicieron hasta que nos perdimos en el aura. En ese
momento pensé: este hombre no me mintió, no pidió para gozar, sino para
resolver.
Les
confieso que ya las lagrimas bajaban por las lindas mejillas de mi amada, mis ojos se aguaron, aun más, si no es
porque privo en macho, me hubiese puesto a dar gritos como una vieja en unos
rezos.
Gente
como él me hace gritar, que viva Duarte!! Pero también me hace pensar, hace
falta Trujillo!
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