Por Lic. Luis Matos
Abogado
Lic. Luis Matos |
El sueño de todos los dominicanos,
que tuvimos la oportunidad de nacer y crecer en nuestro lugar de origen es
algún día volver. Tenemos la incógnita, incertidumbre o temor de retornar a la
vida que soñamos; pero la realidad es otra.
En cientos de ocasiones
reunidos, entre los contemporáneos, antes y después escucho, muy constantemente, el mismo temor: seremos presa fácil de la madre muerte, si nos damos la oportunidad de convivir, nueva vez, en el
terruño o habitat de donde salimos llenos de Ilusiones y esperanzados de algún
logro y poder retornar a aquel lugar que tantos sueños e inspiración nos
proporcionó en los años mozos.
Ese obstáculo que nos ponemos para
una salida triunfal y nuestro regreso a la realidad que hoy se vive en nuestro
lugar natal, Barahona {macondo} hoy declarado tierra sin dolientes, en un país donde las autoridades solo se
preocupan por su enriquecimiento y bienestar olvidando aquella frase que tanta
gloria le dio al líder de los dos grandes partidos dominicanos como son el PRD
y PLD, cundo afirmaba que: "el político debe servirle a la patria no a
servirse de ella". Ha sido olvidado por sus alumnos. Nos están sometiendo
a un mundo en el que hay una clara pérdida de identidad y donde es mas
importante el obtener dinero rápido que formar hombres y mujeres sanos y buenos
que le den prestigio a la nación dominicana.
Contrario a lo que se establece en
nuestra constitución, para lograr que nuestros hijos tengan una educación en
calidad, no se puede pensar en la tradicional
escuela pública como el sistema de formación idóneo en nuestro país. Si los padres no cuentan con
suficientes recursos económico les será, casi imposible, una formación
académica adecuada a los niños, niños, niñas
y adolescentes que nacieron de padres y madres excluidos por la pobreza
extrema.
La juventud dominicana no cuenta con
estímulos para la competitividad. El sistema educativo no es un sistema para
una educación en valores y no les estimula al logro de las herramientas para
asumir la gallardía necesaria para luchar por una educación adecuada. No hace
muchos años que con menos recursos, la formación que se ofrecía era de mucho
mejor calidad, lo que inducía a un desarrollo efectivo de los que tenían la
dicha de vivir en la República Dominicana.
El deporte y la lectura mantenían a
los dominicanos en un estándar de educación con prestigio. Hoy es hasta penoso
decir y aceptar que las grandes academias educativas del país, están graduando gran
cantidad de profesionales catalogados de tercera clase en el mundo de la ciencia.
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