Por: JOSÉ R. MARTÍNEZ BURGOS
Hay en República Dominicana un aumento considerable de los adictos al poder, es decir, aquellos que el “goce sensual en las comidas y bebidas, tensión elevada y conducta sexual anómala son algunos de sus síntomas” sin dejar de mencionar los automóviles de lujo y placa oficial sin costo para ellos No tratamos de hacer el retrato personal de ninguno de los afectados. Sin embargo está más que claro que existe una sicopatología del poder, una variedad de rasgos médicos que definen claramente y en poco tiempo las altas cotas del deseo desesperado de mando. Hay además rasgos que son ejemplos del adicto al poder, que lleva el ánimo de esos sujetos al polo eufórico y además se ponen irritables con alto deterioro de la capacidad crítica para consigo mismo, de tal forma que lleva a estas personas a rechazar sugerencias, consejos y recomendaciones hasta de personas que aplauden sus decisiones.
A veces, encontramos en estos sujetos cierta rigidez mental, sentimientos de superioridad y autoritarismo. Todo nos indica que su estrategia es impresionar para vencer, pero siempre los resultados son desconocidos. Es que estos personajes adictos al poder son narcisistas con un alto interés soterrado por la pornografía. Pero todo esto lleva a una caída necesaria del poder, que crea además una situación de angustia de la que algún día hablaremos acerca de la misma, pues es un tema muy complejo.
Este síntoma es parte de la resaca que nos dejó Trujillo, que a pesar de los años transcurridos no hemos podido quitarnos de encima, pues estamos en plena resaca ideológica, ya que el dictador tuvo la certeza de cambiarnos, pues dejó el país convertido en un solar insolidario, mezquino y cada día que pasa, más mezquino, culpa de una transición desacertada, porque la generación que debió gobernar al país desertó de la actividad política, desaparecieron vocaciones, pues hombres y mujeres aptos cambiaron hasta de profesiones poniendo negocios propios o ajenos. Esa es la causa que tenemos delante y por qué tantos incapacitados, adictos al poder.
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