Me levanté muy temprano para preparar el chocolate con pan,
fuente de energía desde hace siglos y que yo brindo con amor en mis actividades
y a grupos y amigos que hacen las suyas.
El motivo, uno de los más grandes que tengo: Apoyar a mis
muchachos de los Diablos de Yimi y Los Pintaos de Gato, que partían muy temprano
hacia el carnaval de Baní, la tierra de Máximo Gómez, líder militar de la lucha
por la independencia de Cuba.
Recordemos que este año Baní dedica su carnaval a Barahona, que asistimos a la inauguración invitado en representación de los sectores populares y progresistas de mi pueblo.
Dos guaguas partieron hacia Baní, una repleta con los
Diablos de Yimi, desde la Avenida Luperón esquina Sánchez, estaban como le dijo
un transeúnte a una de los diablos: Ese diablo está pintao de amarillo y
colorao. Realmente así estaban, adornados además por el amarillo y el azul.
Los pintaos ubicaron su salida en mi barrio Camboya, al que
le había presentado la noche anterior la película Abril, La Trinchera del
Honor, de René Fortunato. Me presenté a
la casa de Gato, ahí estaba el muchacherío, al algarabía, los aplausos. Gato,
sus esposa, sus hijos, entre ellos Estrellita la Reyna del Carnaval de Barahona y
lógicamente su trulla.
Suerte muchachos, les dije, traigan los premios y sigan
representando dignamente a Barhona, así despedí este encuentro con los Diablos
de Yimi y los Pintaos hacia el carnaval de Baní.
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