En los últimos días he visitado la emergencia del hospital
Jaime Mota, a propósito del programa de auxilio a mi gente pobre de Barahona,
que pierde la vida en ese lugar o en la
sala de internamiento al no poder
trasladarse en la ambulancia al hospital referido en Santo Domingo.
Las primera dos veces fui por el joven José Alberto Gómez de
17 años, del Barrio Pueblo Nuevo, la tercera vez fue Chongo por Franklyn, el
hijo de el Chacal, el que trabaja con un solo brazo donde Jacobo, cargando mercancías,
con una dignidad enorme, que sólo se puede comparar con su enorme pobreza.
Ayer en la noche volví por mi sobrino Henry Alexander, al
que la policía hirió por la espalda,
junto al joven Rubén, los que se desplazaban en un motor sin ofender a nadie y
sin mediar palabras, parece que han comprado una licencia para matar, en un
país donde no existe la pena de muerte.
Pero lo grande es como el caos y el terror se apodera de la
emergencia del hospital Jaime Mota, donde el control médico pasa al control
policial, donde la dignidad y la seguridad del paciente y sus familiares no
existe, ya que paran el tratamiento médico para hacer procedimientos policiales
y para llevarse preso al paciente ingresado o no.
Yo lo viví, discutí, alegué, llamé para impedir que la policía
sacara a Henry a la fuerza. Agradecido estoy del Dr. Soto Director Regional de Salud y de la Dra.
Martina Directora del Hospital, que tomaron mi llamada e instruyeron para
ayudar en la situación creada, También al don de gente de un par de oficiales
que se portaron con comedimiento, son
ellos López y el Capitán Asistente del General
La Fiscalía tiene que poner un alto a esta situación y a las
mentiras que usa la policía para desacreditar a las víctimas, para justificar
sus abusos, como ha ocurrido con este caso, en el que la policía dice que los
muchachos le dispararon a la policía y que los mandaron a parar y no pararon,
dos mentiras que han difundido para justificar el abuso policial.
En el caso la verdad es que los policías dispararon sin
mediar palabras y cuando lo jóvenes cayeron del motor, heridos, uno de los policías
reconoció a Henry, pues habían estudiado jun tos, lo alentó a ir al hospital,
la patrulla se marchó como que nada había ocurrido.
Ya en el hospital se atribuía el hecho a desconocidos, pero
Henry y varias personas que llegaron dijeron que fue una patrulla policial en
un motor. Sólo así los policías evidenciados informaron al Capitán Asistente,
que ellos habían cometido el hecho porque les habían disparado.
Ahora bien, lógica elemental, si la policía los mandó a
parar y se les fueron, supuestamente en el malecón, o en el parque ¿por qué en un motor más potente no los alcanzaron?.
Además, si les habían disparado,¿ por qué no repelieron la agresión al instante?
y peor aún, ¿por qué ya heridos, los dejan en el suelo, con el motor apagado y
se van, no los hacen presos, o los llevan al hospital, no ocupan el arma con
que dicen les dispararon y no informan de una vez a su institución?.
Las cosas que denunciamos no sólo nos fueron informadas, en
parte las vivimos, porque en casi esos precisos momentos yo estaba por el lugar
de los hechos, cenaba en una cafetería junto a dos médicos, que llegaron a la
emergencia a la par conmigo, las doctoras Samanta y Ningel. Alí además habían
amigos y familiares, testigos presenciales de como la policía, con sus abusos,
convirtió la emergencia de un hospital en un cuartel policial.
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