Por: Luis Matos
Hagamos
un traslado del pensamiento a los años románticos del otrora Barahona en donde
la juventud se preocupaba de su reputación y calidad de vida, el objetivo de
estudiar era saludable para socializar entre sí.
Luis Matos |
Ayer
fuimos jóvenes deportistas, emprendedores de ideas con fines de abrirnos un
presente mejor, hoy la delincuencia nos crea el temor de hasta ser padres,
debido al desarrollo equívoco de una sociedad indolente como la desarrollada en
nuestro país en donde no hay respeto a nuestros semejantes y el espíritu de imposición de las autoridades ha doblegado al hombre para
someterlo al bandolerismo común por las necesidades que el sistema le carga sin
pensar en las consecuencias que esto le pueda imponer en el futuro cercano.
Con
las cargas que el Estado está imponiéndole a la mazas pobres del país se nos
estará saliendo de las manos el patrimonio que Dios predijo en igualdad de
condiciones a todos los hombres en la tierra.
Con
gobiernos centralistas, como los que hemos tenido en los últimos 50 años, que han
tenido la oportunidad de dirigir el Estado, hemos percibido el desequilibro de
una nación sumida en la pobreza por los malos gobiernos cuyos funcionario sólo
han pensado en un enriquecimiento personal sin reflexionar que fueron electos
para distribuir con justicia (dar a cada cual lo que pertenece) la riqueza de
una nación que ha demostrado civilidad y madurez. Tenemos cargas impositivas
descontroladas con fines de saciar intereses personales. Los funcionarios
exhiben riquezas difíciles de alcanzar
con los salarios que les han correspondido en todo su ejercicio. Son portadores
de grandes riqueza las que no pueden demostrar de donde salieron ; pero son
ignorados por la justicia nuestra. Un representante de la Policía Nacional con
un salario de 75,000 mil pesos mensuales jamás
podrá mostrar riqueza que sobre pasen los 50 millones de pesos. En nuestra
sociedad eso es común. Se han adquirido apartamentos que cuestan 65, millones
de pesos. Es eso posible?
Creo
que una investigación a estas
adquisiciones tendría como resultado el pago de la deuda externa de la Rep.
Dominicana, por el gran capital decomisado que obtendría el Estado de los corruptos
y lavadores de riqueza ilícita en la nación.
Las
promesas a nuestro Barahona viene siempre a ser una burla de los mandatarios y
funcionarios del Estado que nos menosprecian, aun reconociendo que la región
sur ha sido el pilar de mayores fuentes de profesionales en los últimos años; pero desafortunadamente, se ven obligados al
abandono de la región por falta de garantías de un trabajo digno y la poca
ayuda que le han dado los mandatarios en los últimos 50 años de existencia.
Muestra de ellos es que hasta el día de hoy nos tienen aislados del lado norte como
si fuéramos dos enemigos, tal cómo las dos coreas. Esto es sólo por el temor a
una descentralización estatal que le dé un empuje de desarrollo económico al
sur y norte directamente sin la intervención del centralismo como hasta el
momento se nos ha tenido viviendo.
Es
extraño que un mandatario conocedor del desarrollo pluvial como el nuestro
mantenga al país aún desconectado como está si el progreso de una nación se
deriva de las conexiones y rapidez con que los productos lleguen a los mercados.
Así se dinamiza la economía de la nación
para el logro de un desarrollo sostenible y lograr la estimulación al trabajo del
hombre del campo y de esta manera mantener la nación enriquecida con los
productos agropecuarios que nos regala la madre tierra.
Para
Barahona esto es imposible ya que no tenemos los caminos vecinales en
condiciones óptimas. Las dificultades que esto representa son tan grandes que
el hombre del campo, al ver su vida en desventaja, pierde el interés por la
agricultura y determina trasladarse a las ciudades en donde por no tener conocimiento de ella se
convierte en una carga más para el Estado y, de esta manera, puede comenzar la vida
en delincuencia de los barrios saturados del hombre de campo sin posibilidades de desarrollarse en una urbe desconocida
y sin preparación alguna para sobrevivir en ella.
Preparemos
nuestra nación dándole igualdad de condiciones a cada provincia para que sus
hombres tengan la oportunidad de ver y determinar sin tener que ser parte de
las demarcadas necesidades de una región. Equilibremos nuestro presupuesto en
condiciones iguales y no sólo en el centro de la nación que, al final, sólo nos
dará pobreza y necesidad como ya estamos sufriendo por que el hombre del campo
no se siente con garantías de seguir cultivando la tierra.
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