Deficiencias del Sistema Judicial Para Niños, Niñas Y Adolescentes
Siempre se ha dicho que los niños nacen como un papel en blanco (Piaget) y que somos nosotros, padres, madres, tutores, maestros, vecinos, amigos, en fin su entorno, los que escribimos, en esa página vacía, los rasgos de su personalidad.
Una de las conductas abusivas tradicionales con mayor dificultad de extinguir en los padres es el abuso físico. Los investigadores afirman que de cada abuso que se comete con un niño o niña, este lo repetirá 300 veces cuando alcance la edad adulta.
La cultura de la “pela” (abuso físico) está profundamente generalizada en la conciencia de cada uno de los padres y madres de los países latinoamericanos.
Nuestros niños son golpeados una y otra vez por sus cuidadores. Quien esto escribe, en su libro ¿Y Ahora Qué? afirma que: “Golpear a un niño no es sólo hacerlo físicamente. Se golpea a un niño cuando no tiene padre conocido, cuando llega a la adolescencia y todavía no tiene acta de nacimiento, cuando tiene un solo apellido, cuando no tiene alimentación, techo seguro, ni acceso a la educación, al juego, a la recreación sana, a la salud; cuando no tiene a quien rendir cuentas de lo bueno o malo que hace, que alguien a quien él ame, rotule sus acciones, “esto es bueno”, “esto es malo”. Se golpea a un niño cuando no tiene a su papá o a su mamá en la casa para que le ofrezca, lo más importante que necesita un ser humano para sobrevivir con un mínimo de felicidad: AFECTO DE AMOR.
Cuando golpeamos nuestros niños, cual piñata, que es lo que hacemos cotidianamente, estamos deformándolos y no podemos esperar otra cosa que no sea REBELDIA, IRRESPETO, ODIO, RECHAZO A LOS IMPERATIVOS SOCIALES, AGRESIVIDAD, en todas sus manifestaciones, porque quien va al colmado de la esquina a comprar una libra de arroz, no le dan ni aceite ni habichuelas. Le ofrecen lo que solicitó, arroz.
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