Dicho club funcionaba en la calle 3,
próximo a Bachalo, al lado de Gonzalba y casi frente a Manuel medina, éstos
últimos miembros del club. Antes de ingresar lo visitaba con frecuencia.
Medina fue el responsable de mi ingreso y
compartí una buena relación de amistad y trabajo con él, que se extiende como
hermandad hasta el día de hoy.
Entre otros miembros del club recuerdo a
José Cuello, Hilda Féliz, Virgen, Julio César, Benedicto y casi todos los
jóvenes despiertos del barrio.
Incursionamos en el deporte, el arte y la
cultura. Teníamos uno de los mejores grupos de poesía coreada, el Salomé Ureña
y un gran equipo de dominó, que ganó un campeonato inter clubes.
Trabajamos en la asociación de clubes
de Barahona de la que formaban parte el
Núñez de Cáceres, Cristo Rey, Gregorio Luperón, Fernando Arturo de Meriño,
Amistad y Progreso, Eugenio María de Hostos, Los Buenos Amigos, Hermandad de
Estudiantes Batelleros, entre otros.
F
ui presidente del club y también de la
Asociación de Clubes de Barahona dese la que interactué con los clubes de la
región, de otras regiones y el país.
Participé en el encuentro nacional de
clubes coordinado por el poeta Mateo Morrison desde el Departamento de Difusión
Cultural de la UASD.
Fue una experiencia inolvidable que marcaría mi relación
con grandes personalidades del arte, la cultura, el deporte, la educación, el
movimiento obrero, campesino, de mujeres, estudiantil, etc…
Debo confesar que los partidos políticos y
en especial los de izquierda trabajaban en los clubes como uno de sus
frentes y que yo, siendo un adolescente
pertenecía a la Línea Roja del 14 de Junio, cuyo líder era José González
Espinosa, cabraleño-barahonero, que era el partido que dominaba el movimiento
clubístico en sentido general, aunque otros partidos dominaban clubes y
asociaciones y practicábamos la unidad.
Esta
era una realidad que de una u otra forma sabía la policía, por eso
también nos perseguían, y nos reprimían. Varios fuimos encarcelados y golpeados.
En una ocasión se presentó el grupo de
poesía coreada Salomé Ureña en el teatro de Neyba, frente al parque y tuvimos
que salir en desbandada ante la persecución policial.
En otra ocasión
presentamos a Ramón Leonardo en Barahona y nos hicieron correr hasta más no
poder, siendo estas acciones represivas las más simples que sufrimos.
Cuanto miedo tenía a la verdad la dictadura
Yanqui-balaguerista y sus fuerzas represivas verdad que me marcó para siempre y
en especial mi vida en el movimiento clubístico.
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